El valor de un gran técnico

Por Jorge Barraza. ColumnistaBrasil acaba de ganar de manera espléndida la Copa Confederaciones (que resultó excelente, más allá de Tahití). No puede existir una partícula de duda: la obtuvo gracias a la indiscutible inteligencia de Luiz Felipe Scolari. Desde luego no se intenta soslayar el sustancial aporte de los jugadores. Pero estos mismos futbolistas (Neymar, Fred, Paulinho, Thiago Silva, Dani Alvesy#8230;) estaban con Mano Menezes y Brasil había bajado por primera vez en su historia al puesto 22 del ránking mundial (que no miente). Vegetaban en un mar de medianía. Brasil era un barco perdido en la niebla; siete meses después es el gran candidato a ganar la Copa del Mundo.Felipao no puede presumir de jugar bonito, sí de ser el entrenador brasileño más capaz desde Telé Santana a la fecha. Saca lo mejor del jugador, lo convence de sus posibilidades, del esquema que imprime al equipo, genera mística, es competitivo, motivador, astuto, realiza maravillosamente bien los cambios, pone a los once que deben jugary#8230; Uno lo ve moverse al borde del rectángulo y dice ?este tipo está vivo?. Antes de su llegada, quien veía a Fred con la ?verdeamarilla? preguntaba ?¿este es el ?9? de Brasil??. Ahora lo afirma: ?Este es el ?9? de Brasil?. Con Felipao, todos rinden el doble.En la patria de Pelé, a nadie mínimamente sensato se le ocurre cuestionar el sueldo de Felipao. Nadie pregunta ?¿quién le va a pagar ese dineral??. En muchos otros países de América, siempre que se va a contratar un entrenador de prestigio, lo primero que se cuestiona es el sueldo. Y quién se hará cargo del mismo. Con el sueldo de los malos nunca hay problemas, la tirria es con el de los buenos. Pero lo bueno siempre sale barato. Y el dinero sale del fútbol. No lo paga un ministerio. Cuando Bielsa llegó a Chile tronaron miles de voces escandalizadas, personas que se desmayaban por los 2 millones de dólares que percibiría el técnico rosarino por año. Luego, en cada partido de Eliminatorias, Chile llegó a recaudar hasta 2 millones y medio solo en taquilla. Jamás la federación chilena ganó tanto dinero como en esos años. Y nunca el aficionado chileno se sintió tan orgulloso de su selección como en tiempos del idilio bielsista. Chile jugaba a algo, atacaba por aire, mar y tierra; en Santiago y en La Paz, en Lima, Medellín, Asunción o donde fuera. Atacó a fondo a...

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