Me vale el saber

Por Periodista

El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.Las mesetas, decían los libros de geografía que nos hicieron estudiar cuando estábamos en edad escolar, son planicies o llanuras extensas ubicadas a determinada altitud sobre el nivel del mar. La expresión, por supuesto, suele utilizarse también de manera figurada en asuntos alejados de la geografía, pero para aludir siempre a superficies planas. Decir, en consecuencia, que la curva de contagios del COVID-19 ha llegado en el país a una meseta al principio de una semana que luego conocería por lo menos dos récords en esa materia (martes 19 de mayo, 4.550 nuevos casos, y jueves 21 de mayo, 4.749 nuevos casos) supone una de dos cosas: o quien lanzó la afirmación tiene todavía un examen vacacional pendiente en el curso de marras, o sencillamente está dispuesto a perorar sin fundamento si tiene la sensación de que aquello le va a granjear popularidad momentánea. Nos referimos, por si no hubiese quedado claro, al presidente Vizcarra, que el lunes pasado proclamó esta presunta buena nueva ?urbi et orbi?? para el viernes anunciar que la emergencia se extiende hasta el 30 de junio. ¡Esa sí que es una meseta!?La escasez y los escasos?Según enseña la historia, por otra parte, en el año 301 de nuestra era, el emperador romano Diocleciano dictó un famoso ?edicto sobre precios máximos?. La norma fijaba precios para 1.300 productos y servicios (que cubrían rubros tan distintos como los de alimentos, vestimenta o transporte) y establecía al mismo tiempo la pena de muerte contra los ?especuladores?, a los que culpaba de la carestía y equiparaba a los bárbaros que amenazaban ya en aquel entonces al imperio. ¿El resultado? Escasez, mercado negro y, desde luego, un derramamiento de sangre que habría hecho feliz a Daenerys Targaryen.Las razones por las que esto fue así, y lo será siempre, han sido ya bien explicadas en estas mismas páginas por los economistas Iván Alonso o Diego Macera, lo que nos exime de ensayar aquí una exposición menos docta al respecto. Permítasenos agregar como detalle pintoresco, sin embargo, que el historiador británico Edward Gibbon, cuya obra más importante fue la ?Historia de la decadencia y caída del Imperio romano?, incluyó entre las causas de esto último al infausto edicto.Se pueden mencionar, por cierto, otros...

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