¿Vale la pena el ciberactivismo ambiental?

AutorLuis Alfonso Yepes Bustamente
CargoPeriodista

Se habla hoy de “ciberactivismo ambiental” y se establecen pros y contras del mismo. Pasando de los correos electrónicos al uso de redes sociales (en especial Facebook y Twitter), y a los sitios especializados (Plataformas como Change.org o Avaaz), los reclamos y propuestas sobre situaciones de afectación al medio ambiente en el mundo toman, sin pausa, un espacio en la internet.

Llenar el correo de un funcionario, viralizar un hashtag, lograr miles de adhesiones a una petición, son acciones cada vez más usadas hoy por activistas ambientales, o por ciudadanos sensibilizados ante asuntos como la contaminación, el cambio climático, los efectos de la depredación de los ecosistemas, la megaminería, la necesidad de normas, y, aún, asuntos como la protección animal, la promoción de nuevos modelos de consumo, el urbanismo y el espacio público.

La presión social sobre asuntos ambientales hacia los poderes público y privado, pasa de las marchas ciudadanas, a la web 2.0, logrando victorias y derrotas en medio de discusiones sobre su real aporte a la solución de situaciones generales o específicas.

Como en el último año se han multiplicado los casos que se podrían calificar de exitosos en este tema: un mejor Acuerdo de Paris (millones de firmas apoyando las tecnologías limpias), acciones de organizaciones como Greenpeace en distintos países, o la revocatoria de la licencia de exploración petrolera en La Macarena, Colombia (40 mil firmas en pocos días), la opinión parece estar a favor de la protesta verde en el ciberespacio.

Los casos se reproducen en todo el mundo, siendo América Latina y en...

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