¿Vale todo?

Por Enrique Pasquel. Editor adjunto de Opinión

En la película ?John Q.?, Denzel Washington interpreta a John Quincy, un padre de familia que enfrenta el drama de no poder pagar un trasplante de corazón para su hijo. Buscando salvarlo, toma rehenes dentro de un hospital y exige que se realice la operación.

Es fácil identificarse con el personaje de John y compartir su angustia; nadie quiere pasar por la tragedia de perder a alguien que ama por algo tan frío como ser incapaz de costear una cirugía. Pero simpatizar con él no implica admitir que para lograr su cometido tiene derecho a violar la ley, que está ahí para proteger la vida y las libertades del resto.

John hizo más que violar y destruir propiedad privada: secuestró a 11 personas (entre ellas una mujer embarazada y varios heridos), cuyas vidas arriesgó al poner en el centro de una confrontación armada con la policía. Por eso, la película acaba con John siendo juzgado por el delito de secuestro. Y es que a ningún guionista que busque crear un final que el público sienta justo se le habría ocurrido dejar que John saliese impune. Un mundo donde cualquiera pudiese violar derechos ajenos para hacer por mano propia la justicia de la que se considera merecedor sería, sin duda, muy injusto.

En la historia que vivimos los peruanos, sin embargo, los protagonistas se rebelan a diario contra esta lección que parece tan obvia. 5.300 médicos de Essalud, por ejemplo, realizaron una huelga que concluyó, luego de 33 días, a inicios de setiembre. La huelga fue declarada ilegal porque violaba la norma que establece que los trabajadores de hospitales tienen, aun en estos casos, la obligación de mantener personal suficiente para garantizar el servicio. La consecuencia: se puso en riesgo la...

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