Universidades Potemkin

Por eduardoDargent Bocanegra

Lea mañana en Política aMaría Alejandra CamposEl Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.Cuenta la historia que el general Potemkin, temeroso de que la emperatriz Catalina II de Rusia descubriera sus pocos avances en la reconstrucción de Crimea tras una guerra devastadora, mandó levantar en las orillas del río Dniéper una serie de aldeas de utilería. Así, Catalina desde su crucero observó la feliz vida en sus territorios recién anexados. Si bien la historia real sería menos truculenta, la anécdota nos dejó la expresión ?aldea Potemkin? para describir el engaño con algo tan burdo como una fachada falsa.Dicha expresión ha sido adaptada con creatividad en diversas disciplinas. Los politólogos Dan Brinks y Abby Blass, por ejemplo, usan el término ?Cortes Potemkin? para describir las reformas legales y constitucionales que dan más autonomía a las cortes pero que en el fondo solo buscan mostrarse ?civilizados? ante la comunidad internacional para acceder a créditos. En realidad, las reformas valían menos que el papel en que estaban escritas por su nula o poca voluntad de implementación.Los constitucionalistas también hablan de Constituciones Potemkin para describir la forma en que gobernantes autocráticos incluyen en estos documentos libertades y controles institucionales que no está en sus planes respetar ni mantener. De ello se burlaba Manuel Atanasio Fuentes en su Constitución del Murciélago (1868): ?La Constitución puede ser echada a un cuerno o elevada a los cuernos de la luna según esté el humor de la nación, que se siente inclinada a ser constitucional o contraconstitucional con una facilidad que encanta?.A veces, sin...

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