La universidad secularizada: un largo recorrido.
Autor | Burga, Manuel |
Cargo | PODER Y SOCIEDAD |
[ILUSTRACIÓN OMITIR]
Universidad secularizada indudablemente significa universidad laica, y hasta podríamos decir que este rasgo la ha convertido en una auténtica institución moderna que ha surgido con la tan conocida modernidad occidental y que antecedió casi inmediatamente a su condición de institución autónoma del Estado. En realidad casi todas, pero fundamentalmente las públicas, pueden en la actualidad considerarse seculares y autónomas, que reclaman estos principios como básicos y tradicionales de esta institución. Ambos principios, consustanciales en realidad con la universidad moderna, permiten el cabal cumplimiento de su misión como institución donde se investiga y enseña en libertad y en un ambiente de tolerancia. Pero muy frecuentemente olvidamos que estos principios se hicieron realidad luego de un largo recorrido, como resultado de luchas, dramas y aún sacrificios de individuos y de instituciones, y la inevitable sintonía que se establece con la historia universal. Es así que en el siglo X[X la universidad inicia su secularización, la consuma en el XX y en este mismo siglo gana su autonomía. Este es el proceso que quisiera presentar, aunque de manera breve y para el caso preciso de San Marcos, recurriendo a la anécdota y al análisis institucional, describiendo tres momentos clave en la modernización de la universidad peruana.
LA INTOLERANCIA Y LA INQUISICIÓN
La apertura de la Universidad de San Marcos, como ya es bien sabido, fue autorizada por una norma legal de fecha 12 de mayo de 1551 gracias a la gestión de fray Thomas de San Martín, dominico, y de Jerónimo de Aliaga, regidor del ayuntamiento de Lima. El primero persistió, se quedó en Valladolid hasta lograr la autorización, y así se inició San Marcos, dos años después, a diferencia de la de México creada a solicitud del virrey, en los claustros del convento dominico y por supuesto con una misión evangelizadora, civilizadora y aún política al servicio del gobierno virreinal. Conservó esta condición hasta 1571; diecinueve años bajo la conducción de frailes dominicos que sin lugar a dudas adherían la propuesta lascasiana, casi alucinante para la época, que se resumía en una frase --más que alucinante esta vez-- inventada por sus seguidores: >.
Estos frailes dominicos, los propagandistas de una utópica reivindicación del hombre americano, eran mirados casi como locos, disolutos y peligrosos. Por eso fueron sometidos a severas medidas represivas cuando llegaron los jesuitas primero, el virrey Francisco de Toledo (1569-1581) después, y la Inquisición, finalmente. Los dominicos, para incomodidad del gobierno colonial, fomentaban el conocimiento del indígena, de su...
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