Un tsunami de refugiados: la migración en el siglo veintiuno.

Autorde Rivero, Oswaldo

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Hace más de 250 mil años, el homo sapiens salió caminando del África y se extendió por todos los continentes. A América llegó hace 40 mil años. Desde esta primera migración, el hombre no ha dejado de desplazarse por el planeta. Diferentes circunstancias lo han llevado a esto: en el principio, la caza y la recolección; más tarde, la búsqueda de tierras para asentarse como agricultor y crear ciudades. A pesar de este sedentarismo, el hombre no ha cesado de moverse en búsqueda de su supervivencia y bienestar.

Las grandes migraciones de la era moderna se llevaron a cabo entre el siglo dieciséis y fines del siglo diecinueve, y fueron dirigidas desde Europa hacia América, África y Asia, a través de la colonización de dichos continentes por los europeos. También en esa época, la migración se produjo de manera forzada por el traslado de más de 10 millones de esclavos del África hacia las colonias europeas en América. Esta última migración fue una verdadera hecatombe acerca de la que no se

ha escrito mucho, sobre todo en América Latina, y específicamente en el Perú.

EL FRACASO DEL DESARROLLO Y LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE

Hoy, el flujo migratorio es a la inversa. Va desde Asia, África y América Latina hacia Europa y Estados Unidos; pero es diferente, porque los europeos emigraban sin trabas, mientras que ahora los emigrantes de los países subdesarrollados tienen que viajar clandestinamente para no ser rechazados, detenidos y deportados. Lo que antes representaba para los europeos una aventura colonial destinada a hacerlos prósperos, se ha convertido para los inmigrantes de los países pobres en la pesadilla de la clandestinidad, considerada hoy casi un delito. Así, una gran mayoría de los inmigrantes del siglo veintiuno vive oculta para no sufrir persecución, encarcelamiento y deportación. Cuando son detenidos, muchos de ellos no tienen un abogado de oficio, facilidad con la que sí cuentan los delincuentes del país receptor.

Las grandes dificultades que sufre el libre movimiento de los trabajadores en el mundo es la prueba más fehaciente de que la globalización económica actual está anclada en un falso liberalismo. En efecto, si Adam Smith resucitara y se le dijera que la normatividad económica global es neoliberal, se quedaría perplejo porque el único factor de la producción que tiene libre circulación global es el capital. El trabajo, el otro factor importante de la producción, no tiene libertad de movimiento. De esta manera...

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