A transformar Lima

Por Javier Lizarzaburu. Periodista

Ahora sí. Acabamos de salir de un proceso pesado, costoso y desgastante, y lo mejor que podemos hacer es dejar que la ciudad funcione. Son varias las voces, de gente con visión y experiencia, que en los últimos meses han señalado que la capital no se puede dar el lujo de esperar más tiempo antes de empezar una transformación. La sensación de urgencia viene dada, en parte, por el hecho de que esta bonanza económica no va a durar para siempre. Si no se empieza algo hoy…

Habrá los hiperentusiastas que duden y piensen: ‘naaa… esto da para muchos años más. Lima puede esperar’. Tengamos en cuenta otro factor: en plena globalización, nos guste o no, todas las ciudades de determinado tamaño están compitiendo cada vez más entre sí. Compiten no solo por turistas, sino por inversiones y por ser sede de grandes eventos, algo que, tal parece, cada vez genera más ingresos para los lugares donde esto sucede.

Veamos qué está pasando. En América Latina, son varias las ciudades que hace unos años empezaron lo suyo y nos sacaron ventaja: Ciudad de México, Bogotá, Quito, por citar tres ejemplos, son ciudades que han recibido reconocimiento de la Unesco y de los viajeros. En todos los casos, el proceso de cambios fue más que cosmético. Fueron procesos donde el ciudadano estuvo al centro de los planes, y quien se convirtió en uno de sus mayores beneficiarios. Pero también son ciudades que lograron algo que a veces parece inalcanzable en Lima: ponerse de acuerdo.

Nosotros estuvimos a punto de dejar a Lima descabezada durante dos años. ¿Qué ciudad seria, en medio de proyectos por siete mil millones de soles, puede quedar a la deriva? ¿Qué ciudad de este tamaño podía avanzar en piloto automático? Inaudito. Uno de los...

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