Terrorismo-fanatismo y política

Por Exdirector de El Comercio

Hace un mes, estuve en la Zona Cero de Nueva York, el lugar en el que se conmemoran los ataques terroristas contra las Torres Gemelas. Fue el 11 de setiembre del 2001, cuando se realizaba la 28a Asamblea de la OEA en Lima, en la que se firmaría la Carta Democrática Interamericana, cuyo autor es nuestro compatriota, el embajador Manuel Rodríguez Cuadros, actual jefe de la misión diplomática peruana en las Naciones Unidas.Pero también el último 11 de setiembre falleció el genocida y asesino más feroz y terrible que ha conocido el Perú: Abimael Guzmán Reinoso, responsable de la muerte de aproximadamente 36.000 peruanos, solo por su fanática idea de querer imponer a sangre y fuego una ideología.Tanto Osama Bin Laden como Abimael Guzmán nos plantean el dilema que existe entre el terrorismo, el fanatismo y la justificación de ambos por diversas razones. Primero, se encuentra la necesidad de eliminar al ?enemigo objetivo?, creado e identificado por ellos, como bien explica Hannah Arendt en su extraordinario libro sobre el totalitarismo en el que se refiere a los criminales nazis.El fanático quiere imponer su creencia a como dé lugar porque considera que es la única y verdadera. Se cree dueño de la verdad absoluta y es incapaz de aceptar que puede estar equivocado. No acepta otras ideas distintas a las suyas. Por eso, no dialoga, no escucha la voz de otros. Solo destruye. Para el fanático, sus ideas son incuestionables y aquellos que ven el mundo de otra manera son enemigos potenciales a los que se debe dominar o eliminar.Por ello, no da tregua a otros. Los desprecia, los considera seres inferiores y, a la vez, peligrosos. Ese desprecio lo convierte en un ser destructivo. Como solo le interesa el fin, dispone y ordena a sus seguidores ?que son fanáticos como él? a que recurran al terror como método de destrucción contra todo aquel que se oponga a sus designios.En el caso de Bin Laden, el objetivo fue destruir un símbolo de la cultura occidental y cristiana. En el de Abimael Guzmán, eliminar al prójimo que vivía en un sistema político y económico distinto al que él predicaba (el marxismo-leninismo-maoísmo, la única verdad que debía imponerse por la fuerza).En ambos casos...

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