Una tarde en las luchas

Por AntropólogoLa arena estaba de bote en bote,la gente loca de la emoción,en el ring luchabanlos cuatro rudos ídolos de la afición:El Santo, el Cavernario,Blue Demon y el Bulldog.Así comienza la excelente cumbia de los luchadores que evoca el ambiente de la lucha libre mexicana, aquella de los titanes enmascarados que luego poblarían las populares películas donde los héroes se enfrentaban a malvados villanos, monstruos y extraterrestres a puño limpio. En Lima, un grupo de guerreros urbanos hace lo imposible para mantener vivo el espíritu de este singular espectáculo del ring donde los luchadores dividen el universo de las cuatro esquinas en un combate entre ?técnicos? y ?rudos? o, mejor dicho, buenos contra malvados. La Leader Wrestling Association (LWA) organiza cada mes por lo menos un espectáculo de lucha donde convergen gladiadores que encarnan personajes extremos.Un domingo en la tarde estamos todos concentrados en ver cómo Apocalipsis, el mejor guerrero peruano, se alza en el aire juntando los pies que aterrizarán en el estómago de su otrora discípulo Bad Boy Jr. Minutos después, una pantalla enorme proyecta hacia nosotros las imágenes de dos luchadores que se jactan de ser galanes autotitulados ?Black Label? y luego los vemos subir al ring: son Rafael y Zero, que parecen despreciar a sus rivales aun cuando estos sean unos verdaderos campeones (como el gran Caoz, conocido como ?lo mejor de lo mejor? y el mítico Kaiser, bien llamado ?la máquina del castigo?). Asistir a estas tardes llenas de adrenalina me ha enseñado mucho acerca de la construcción de la identidad masculina en nuestra ciudad. Desde una perspectiva de género, aquello que llamamos ?hombre? es una construcción cultural o, como lo dice la psicoanalista Nancy Chodorow, es una imposición constante de complacer a la sociedad con una performance ?masculina?. Así, las sociedades se esfuerzan en generar rituales de cambio de estatus social, deportes extremos, o formas de educación que enfatizan que ?los hombres no lloran?, ?los hombres mandan? para fabricar ideales de masculinidad. La masculinidad, entonces, aparece como algo inexistente que la sociedad debe crear ?arrancando al hombre? del entorno materno y exigiéndole (a veces de manera violenta) ser algo distinto a su madre, a las mujeres, en una lucha que comienza antes de que nazca (cuando se le recibe ya con juguetes y colores para hombrecitos) y que dura toda su vida, convirtiéndolo en un ser presionado por la necesidad...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR