El sueño de la razón, los transgénicos y la biología sintética

AutorSilvia Ribeiro
CargoPeriodista

Se pueden hacer muchas interpretaciones sobre lo que trasmite el grabado de Goya “El sueño de la razón produce monstruos”, incluso algunas opuestas entre sí. Sin descartar otros significados, para mí la frase es una buena alegoría de la tecno-ciencia dominante: sus sueños producen monstruos y basada en la razón lineal y unívoca que la caracteriza, los trata de construir, lo que muchas veces logra, a despecho de sus impactos. Aunque el uso de la palabra “ciencia” en este caso es demasiado generoso. Se trata en realidad de tecnologías que pueden ser muy sofisticadas, pero que se desarrollan con un objetivo cerrado de antemano: la producción de ganancias para las grandes empresas que las poseen, para lo cual eliminan de la consideración factores de duda y complejidad, o sea, niegan principios fundamentales de toda ciencia.

Un ejemplo muy claro de esta lógica reducidora son los cultivos transgénicos. Con veinte años en el mercado, las estadísticas oficiales de Estados Unidos, primer y principal productor de transgénicos en el mundo, muestran que las semillas son más caras, que la productividad es menor que los híbridos que ya existían, que han aumentado brutalmente el uso de agrotóxicos en la siembra y los residuos de éstos en alimentos, aguas y suelos, con graves impactos en la salud y el medio ambiente. Todas las semillas transgénicas están patentadas, por lo que la contaminación con esos genes se convierte en un delito para las víctimas –y en negocio para las empresas. La investigación y desarrollo de un evento transgénico cuesta en promedio 136 millones de dólares estadounidenses, mientras que producir una semilla híbrida cuesta en promedio 1 millón de dólares.

Aunque cada semilla producida en laboratorio, se basa en las variedades creadas por campesinos e indígenas desde hace miles de años, esos procesos industriales desplazan, erosionan y contaminan las miles de variedades que campesinas y campesinos producen cada año, adaptadas a miles de microclimas, situaciones geográficas, variaciones por cambio climático, necesidades y gustos locales, que siguen estando en libre circulación entre quienes las crearon y muchos más y que son la base de la alimentación de la mayoría de la población mundial.

Son muy pocas las empresas que controlan todos los cultivos transgénicos que se plantan comercialmente en el mundo (Monsanto, Syngenta, DuPont-Pioneer, Dow, Bayer, Basf) y como están en proceso de fusiones, serán aún menos. Son las mismas que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR