El sueño derechista era pesadilla

Por Politólogo. Universidad del PacíficoEl Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. In memóriam Inés RossiCuando venía al Perú durante el 2015 me llamaba la atención un diagnóstico reiterado en nuestra comentocracia: felizmente el 2016 no habría candidato que ponga en riesgo el modelo económico. Sin Humala, sin radicales, con una derecha hegemónica, viajaríamos cual flecha hacia el desarrollo. En lugar de pitear por la ausencia de propuestas políticas e institucionales en un país donde estas esferas se degradan aceleradamente (mucho más que la económica), vivaban que nadie tocaría el modelo económico. Aunque en dos décadas, el crecimiento no había generado espontáneamente un Estado de derecho más sólido ni consolidado los cimientos republicanos, la hermandad del santo dígito del PBI le rezaba a lo habitual antes que reclamar lo urgente. Y el sueño se hizo realidad. Alfredo Barnechea y Verónika Mendoza no franquearon la primera vuelta, el Congreso quedó naranja y la segunda vuelta fue una competencia en el interior de la familia derechista. Ahora sí, abróchense los cinturones, próxima estación: la OCDE. Pero el sueño era pesadilla. Tras un año de gobierno, el país erra como vaca sin cencerro. Del ámbito económico ni precisamos hablar. En el tercer trimestre del 2016 se había crecido 4,4% y en el primer trimestre del 2017 ya estábamos en 2,1%. El propio presidente ha reconocido tan menesterosa performance. Es más, el ex primer ministro Fernando Zavala concedió que ello se debe a malas decisiones del gobierno, en especial, la reducción del déficit cuando requeríamos una política contracíclica. (Sincerémonos, si Thorne hubiese sido ministro de Humala estaría colgado en la vía pública). En resumen, al gobierno de los economistas se le escaparon las tortugas en su propia cancha.En la cancha política e institucional, el resultado es peor. La sensación que prevalece es que nadie está a cargo de nada. Ni ideas, ni mando. Si del segundo Belaunde se afirmaba que flotaba solitario en su nube, la de PPK es una nube tipo metropolitano en hora punta. Con excepción de los ministerios del Interior y Relaciones Exteriores, no hay ningún cambio de rumbo digno de destacarse (salvo para el pensamiento Playa Blanca, donde reducir trámites califica...

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