Sueños a nombre de la nación

Por RaÚL CASTRO. PERIODISTA Y ANTROPOLOGOLas universidades no escapan a las celebraciones de fin de año. Con sus togas y birretes característicos, con galas establecidas desde tiempos medievales y cargadas con profundas emociones, los estudiantes llegan así al anhelado fin de un ciclo en la vida: la ceremonia de graduación académica.La semana pasada algunas universidades de la capital cumplieron oficiando estos significativos ritos. Acompañé a Maribel, por ejemplo, en los actos posteriores a la graduación de la Universidad Ricardo Palma. En medio de su familia conmovida y profundamente movilizada por el extraordinario logro alcanzado, Maribel compartió lo que a su juicio representaba acceder a este nuevo estatus: el grado profesional. Ella viajó de su natal Cusco a Lima, años atrás, buscando cambiar su trayectoria. Sus padres son chacareros, y lo que le tocaba, a mucho gusto y honra, era seguir trabajando la tierra. Sin embargo, el llamado de su familia en la capital hizo despertar en ella otras expectativas. Buscaba culminar una carrera para así dar el paso hacia lo que llamamos ?progreso?.El ?mito del progreso?, acertado término del antropólogo Carlos Iván Degregori, ha movido la historia reciente de miles de hombres y mujeres en el Perú. En el centro de este poderoso motor y motivo continúa estando la educación, comprobadamente, la llave más efectiva para la ansiada movilidad social.En las últimas semanas, empero, el sueño de progreso de tantos miles de ciudadanos como Maribel ha estado en cuestión.Al anuncio de la organización QS World Universities de que ninguna universidad peruana está entre las primeras 500 del mundo, y que incluso, en el espacio latinoamericano, la mejor considerada está en...

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