No uno sino muchos paises: una entrevista con Carlos Ivan Degregori.

AutorS
CargoPODER Y SOCIEDAD - Entrevista

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Manuel Prado gobernaba en el Perú de la década de 1950. Hoy no hay Manuel Prado y el Perú no es el de esos años. Si viniera Prado estaría totalmente fuera de foco. Podría estar en el Parlamento. Sería la otra cara de Waisman. Saldría con su sombrero y causaría furor y primeras planas. Tendría alguna propuesta en defensa de la industria nacional, para proteger, curiosamente, sus tejidos Santa Catalina.

A Prado se le ve como un presidente para una época oligárquica, pero la visión de payaso, de hazmerreír, de disfrazado, también estaba presente. En cierto modo, Caretas lo ridiculiza, lo desenfoca, lo descentra. ¿Prado siempre estuvo descentrado?

Pero lo más impresionante es que ganó con el eslogan >. Y la gente votó por él. Casi cincuenta años después, Fujimori podría volver con un eslogan así y la gente, un 20 por ciento, optimistamente, votaría por él.

A Prado lo conocían porque ya había sido presidente. Pero a la oligarquía se le veía más antes que a la clase alta de hoy, que está como escondida.

Es cierto, es que la sociedad urbana era más pequeña, estaban en La Colmena y en el campo, estaban en las haciendas. A nosotros, los antropólogos, nos llaman cuando hay problemas con los ese-eje, los aguarunas, porque se supone que somos los expertos en pueblos en aislamiento voluntario. Pero en el kilómetro 98 de la Panamericana Sur también hay pueblos en aislamiento voluntario, y lo logran mejor que los pobres amazónicos.

Es más, en toda la carretera están los nombres de las playas, pero a partir del kilómetro 90 te pierdes. Quieren que sigas de largo. ¿Qué significa ese aislamiento voluntario? ¿El Perú está unido?

Regresé al Perú hace un par de meses y, desde el aeropuerto, tuve la sensación de un país escindido y >. Como que estamos por alcanzar algo, no sé si un camino a la chilena, que vienen diez años más de crecimiento a más del 5 por ciento y, finalmente, el país comienza a asentarse. Hay varios indicios de que esto podría ser posible. Pero, paralelamente, desde que sales del aeropuerto también tienes la sensación de que estás al borde de --y quizá la comparación no sea muy exacta-- volverte Bolivia en nuestro imaginario: caos, país inviable, que pierde oportunidades, que tiene el gas y no lo puede explotar, a punto de dividirse. Sé que somos más fuertes económicamente, pero estamos al borde de una situación difícil porque ya la gente no soporta. Esa es mi sensación. Mucho va a depender de lo que pase en los próximos doce meses. Porque otro error político tipo Toledo, cinco años más, no sé si podríamos seguir en un crecimiento del 5 por ciento, porque este es un determinado tipo de crecimiento en el que el chorreo es una especie de empleo. Una de nuestras válvulas de escape es la emigración.

¿Por qué Toledo es un error político?

Cuando digo error político estoy pensando en realidad que, desde 1990, estamos votando en contra. Cuando elegimos a Fujimori, y digo elegimos porque yo voté por él en segunda vuelta, votábamos por el supuestamente >, que resulta siendo una desgracia.

El voto de 1990 por Fujimori fue un voto contra el neoliberalismo, contra Vargas Llosa, contra la derecha.

En primera vuelta fue un voto de cansancio por los partidos. Fue mucho voto aprista, izquierdista, el que eligió a Fujimori. Lo mismo en el 2000. Por más que haya candidateado en 1995, Toledo era un outsider, no tenía partido. En el 2000 candidatea con Perú Posible y saca doce congresistas, pero Vladimiro Montesinos compra a seis de ellos. En menos de un año, que son las siguientes elecciones, él no tuvo tiempo de cambiar esa realidad: que Perú Posible no era un partido sino lo que hemos visto, una amalgama de intereses individuales, grupales, familiares, locales.

Pero cuánto cuesta un partido, mantener las sedes, elaborar una ideología, cuando solo hay eslóganes, cuando gobiernan el Banco Mundial, el Fondo Monetario y Estados Unidos da las grandes pautas. Tener un partido es como tener una ONG con costosos programas de promoción. Fujimori no quiere un partido. ¿No sería eso más >, funcional para la época, para hacer política hoy?

Pero fijate cómo acabó Fujimori: un desastre. Toledo acepta todo lo económico, Banco Mundial, etcétera, hasta para ciertos organismos internacionales sería un ejemplo, pero, políticamente, terminamos en una situación que se va volviendo insostenible. Y si siguiera así no puede dejar de producir estallidos cada vez más graves.

Tú crees que si no hay partidos no hay estabilidad.

Mira a Chile. Lo imitamos en todo menos en las cosas buenas. Decimos por qué no podemos ser como Chile, pero no queremos tener una Comisión de la Verdad y al día siguiente hacerle caso. Chile lo ha hecho con la segunda Comisión de la Verdad: al día siguiente Lagos salió a pedir disculpas y ofrecer reparaciones, pero sin aspavientos. Por qué lo no imitamos también en el sistema de partidos. Claro que los partidos ya no van a ser como antes; los militantes ya no van, o no vamos, a ser como antes. Están los medios, la televisión, los blogs, la Internet. Pero de todas maneras necesitas instituciones. En Nueva Orleans colapsaron...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR