La selección está de vuelta, ¿estás tú?

Por Pedro Ortiz Bisso. Periodista

Ni Kina Malpartida ni su amiga Sofi son capaces de provocar ese estado de euforia que genera el fútbol por estos lares. El pasado domingo, Lima amaneció con un cielo platinado y tristón que invitaba a permanecer acurrucado entre frazadas y almohadones. Pero las calles se llenaron de gente y no fueron pocos los que lo hicieron vistiendo la indumentaria de la selección. Sea la camiseta original ?se dice que se vendieron 30 mil de ellas?, algunos modelitos vintage o las imitaciones sin copia by Gamarra style, la capital adoptó un tono alegre, entusiasta, ilusionado.

A diferencia de nuestros futbolistas, la ilusión no se lesiona. Se resiente un poquito, tiene sus bajones, pero no muere. Perú no va a un mundial hace 30 años y quiere volver a hacerlo casi con los mismos jugadores que fracasaron en la eliminatoria anterior. Los grandes culpables de tantas decepciones ?Burga es otro que nunca se lesiona? tampoco han cambiado. Sin embargo, cada cuatro años, aunque en el fondo sabemos cuál será el final de la historia, la ilusión reaparece con su lozanía intacta. ?Es que somos peruanos?, decimos con tono resignado. Es la esperanza la que nos une.

El deporte se nutre de la ilusión, de esa mágica sensación de que por algún designio del destino, a pesar de cuanto obstáculo se presente, el resultado nos será favorable. La diferencia es que, en el caso peruano, creemos que basta con tenerla para obtener un triunfo. Olvidamos que el trabajo y la planificación no son detalles sin importancia para conseguir cualquier objetivo, que en el hiperprofesionalizado fútbol actual cada vez existen menos posibilidades de escapar a los mandatos de la lógica.

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