Segundo round.

CargoPODER Y SOCIEDAD

La segunda vuelta tuvo un inicio de la patada, buscando el foul, el grito intolerante de las tribunas.

El invitado de piedra fue Hugo Chávez, el díscolo presidente de Venezuela que irrumpió contra el sentido común, contra las reglas establecidas, contra los buenos modales y se mandó de hacha contra Alan García, Alejandro Toledo y los peruanos en general. El clima chonguero estaba garantizado. El clima belicoso, de los agravios e insultos, sobre todo por venir de alguien que porta la banda presidencial. A los gritos de Chávez se añadieron los de Evo Morales, el presidente de Bolivia, quien al más puro estilo del altiplano arremetió contra Toledo acusándolo de haber traicionado a sus hermanos indígenas. ¿Quizá por veranear en Punta Sal y no en el lago Titicaca?

¿Quizá por preferir el whisky al pisco?

¿Y dicen que la segunda vuelta no ha comenzado aún? Mientras la señora Magdalena Chú, jefa de la ONPE, convertida en maestra del suspenso sigue contando voto por voto rompiéndole los nervios a Lourdes Flores, Ollanta Humala se fue al sólido norte, a Trujillo, a dejar flores en la tumba del patriarca Haya de la Torre, pero ni se asoma por la de Velasco. Los escogió como los puntos neurálgicos para darle la vuelta a la segunda vuelta, visitando los sacros lugares donde la presencia aprista es sustancial, para trasladarse luego a Cayara, donde la matanza de campesinos apunta directo al gobierno de Alan García.

Mientras tanto, los apristas evalúan la posibilidad de desempolvar a sus búfalos para hacerle frente a las huestes virulentas del nacionalismo de Ollanta Humala. Un nacionalismo hecho a la medida del pueblo peruano, por cierto, pues a muchos no les debe parecer mal que Hugo Chávez financie la campaña de su patrocinado y que su candidato nacionalista le deba favores que lo colocan en una situación sumisa ante el mandamás bolivariano. La derecha que llora la suerte de Lourdes ve aterrada a la collera de Humala: Chávez, Morales y Fidel Castro. Belcebú y sus nietos armando la pampa en los países andinos, nacionalizando los hidrocarburos, insultando a Bush pero al mismo tiempo vendiéndole petróleo, haciéndole la camita a Ollanta y, de paso, haciéndole la campaña a Alan, porque Alan está feliz con que Chávez lo insulte; le llega, le resbala, hasta le vacila, se ríe, cachoso él, del cachaco caribeño.

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

No olvidemos que el pueblo peruano ha votado masivamente por la hija de Alberto Fujimori, Keiko, y que ella y su tío Santiago...

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