Segundo gobierno aprista: cifras, vallas y fallas

Definitivamente, el segundo gobierno aprista que concluye hoy, liderado también por Alan García Pérez, es totalmente distinto de la primera administración de 1985-1990 que dejó al país sumido en una grave crisis económica, política y social.

Ahora, en líneas generales, como lo evidencian las encuestas, el saliente mandatario aprista deja el cargo con niveles de aprobación más que aceptables, que fluctúan entre 42% y 46%. Ello no es casual: sin mezquindades ni anteojeras politiqueras, esta gestión fue excelente en lo macroeconómico, pero displicente en el tratamiento de los conflictos sociales y débil en la lucha anticorrupción. En cuanto a la lucha contra la pobreza, se pudo hacer mucho más, pero tampoco se puede soslayar que en los últimos cinco años la pobreza extrema disminuyó en un tercio.

VALLA ECONÓMICA ALTAEn lo económico, el Perú ha logrado posicionarse como un país estable y atractivo para las inversiones, con un promedio de 6% de crecimiento del producto bruto interno. Y, si bien la minería y los precios internacionales de los ?commodities? son importantes, ha habido un incremento ostensible de la exportación de productos no tradicionales, a lo que habría que agregar el sostenido ?boom? de la construcción, que revela el buen momento de la demanda interna.

En síntesis, este gobierno deja reservas internacionales netas por US$ 47 mil millones a fines de junio, según el Banco Central de Reserva (BCR), crecimiento de las exportaciones cercano al 30% anual, aumento descollante de la recaudación tributaria y la inflación más baja de América Latina.

En este ámbito, la valla que deja el aprismo al nuevo gobierno es bastante alta. El reto no es solo mantener estos indicadores sino superarlos, para poder satisfacer las expectativas sociales de la población.

Todo esto es producto de un adecuado manejo de la economía, que no permite experimentos heterodoxos, sino que se caracteriza por su disciplina fiscal, monitoreo constante del contexto internacional, autonomía del BCR y una política de apertura comercial que ha permitido resistir los embates de la recesión mundial. El proteccionismo ciego e ideologizado no tiene lugar en el mundo de hoy, pues solo origina cadenas insufribles de ineficiencia, mercantilismo, especulación y corrupción, que desalientan la iniciativa privada y encarecen los precios. Conscientes de eso, el Perú ha firmado tratados de libre comercio no solo con Estados Unidos y China, los mercados más grandes del mundo, sino con...

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