Cómo salir vivodel laberinto judicial

Por Eduardo HerreraAbogado

No había terminado de estudiar la carrera de Derecho siquiera, pero ya comenzaba a lidiar con la corrupción. Encuentro precoz del que Eduardo Herrera hoy por hoy solo guarda recuerdos. Porque tras dos décadas sumergido en una labor litigante oscura y tramposa, en el 2015 finalmente decide renunciar a esa cotidianidad que lo estaba carcomiendo. El sistema estuvo a punto de devorarlo como una agresiva gangrena.Esa experiencia la volcó en un libro que se convirtió en una suerte de ?best-seller? autoficcional y jurídico: ?El cerebro corrupto? (Mitin, 2019). ?Yo era un tipo de 30 años que lo tuvo todo y que estaba por encima de la ley. Tenía trabajando para mí a policías de todos los rangos y dependencias, a jueces y fiscales de todas las salas y de todas las regiones judiciales?, señala una de las partes más amables de una publicación dedicada a desmontar sin atenuantes una corruptela que funciona como perverso aparato público y privado. Un libro que, además, escribió como catarsis en torno a su salida definitiva del infierno.Porque Herrera fue, en su momento, un muy solicitado abogado penalista que infinidad de veces tuvo que guardarse los escrúpulos con el único propósito de ganar sus casos. Hoy, en cambio, se presenta como consultor en temas de ética y anticorrupción, encargado de dar conferencias y asesorar a empresas para que se rijan con la mayor integridad.?Para mí ha sido una reinvención ?confiesa, con voz y semblante evidentemente más relajados que los de un litigante común y corriente?. En principio, porque me di cuenta de que sí existe vida más allá de ser un penalista, lo cual ya es una ganancia. Y porque te da un alivio enorme el haber dejado toda la basura de ese submundo de la corrupción. Es una tranquilidad de la conciencia espectacular?.?Dudas legales?Hubo un caso clave que lo llevó a transformarse, según narra en ?El cerebro corrupto?. El día en que uno de sus clientes, al que él consideraba inocente, fue declarado culpable. Se le mezclaron dos cosas en ese momento: la vanidad herida del abogado que no estaba acostumbrado a perder ningún caso y la frustración de chocarse contra una injusticia, pese a estar seguro de que tenía la razón. Allí sintió que su vocación de litigante estaba perdiendo sentido.Hoy, Herrera aparece con un nuevo libro que en cierta forma se complementa con el anterior. Se llama ?Papelito manda. Primeros auxilios legales para sobrevivir en el Perú?, y deja de lado el cariz...

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