¿Sabemos por fin adónde vamos?

Por Juan Paredes Castro. Editor central de políticaEl presidente Ollanta Humala enfrenta una dualidad de rumbo que a la larga puede ser políticamente fatal. Sabe cada vez más adónde ir (apertura a las inversiones y crecimiento económico con inclusión social, entre otras cosas) pero con un freno de mano que detiene el curso de cada marcha correcta. A lo que suma, en su visión y gestión, un par de espejos retrovisores que le recuerdan dos modelos políticos, el velasquista y el chavista, a los que recurre todo el tiempo, sin que quede claro si lo hace por nostalgia o frustración.Si hemos elegido la economía de mercado y la competitividad como motores de cambio, evitemos arrebatos estatistas de los 70 y arreglos bajo la mesa con la CGTP para adecuar la Ley del Servicio Civil al gusto del líder de ese organismo, Mario Huamán. Si hemos elegido convivir en democracia, libertad y justicia, respetemos las instituciones que la sustentan sin exponerlas al venal reparto de intereses políticos en su conducción, como es la suerte del Banco Central de Reserva, el Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo. Si hemos elegido la tarea de construir políticas de Estado y consensos nacionales, no hagamos de la práctica política persecutoria un modo y medio de vida gubernamental. Y lo que es peor: convirtiendo en investigable al ex presidente Alan García y en blindado cien por ciento al también ex presidente Alejandro Toledo, bajo un Congreso gravemente afectado en su autoridad moral.A qué niveles vergonzosos desciende, por ejemplo, el partido de Alejandro Toledo, Perú Posible, en su tenaz propósito de imponer a su cuestionada militante Pilar Freitas como defensora del Pueblo, a cambio de respetar la cuota legislativa concedida al...

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