Romances perdidos

Por Liuba Kogan. *

Los limeños no estamos acostumbrados al silencio ni a la reserva: lo decimos todo y a gritos. Sin embargo, en espacios en los que nos encontramos muy cerca a otros que nos son extraños, tendemos a incomodarnos. Por ejemplo, en el transporte público o en los ascensores somos recelosos, evadimos las miradas y nos inquietamos. Algunos antropólogos han notado que ese es un comportamiento típico en las ciudades contemporáneas. Y han bautizado estos espacios de encuentro cercano entre extraños como "no lugares”: tratamos de comportarnos como si nada sucediera.

Tomando en cuenta aquello, quedé fascinada con una página de Facebook creada por una pareja de jóvenes de los Países Bajos que en solo tres meses de inaugurada consiguió más de 80.000 inscritos. "Pasión en el tren” ("Hartstocht in de Trein”) se llama esta página que contiene los relatos de jóvenes de 18 a veintitantos años en los que describen la experiencia de haber visto a un chico o chica que los dejó prendados en el trayecto de un tren, pero que por timidez, rapidez del andar o compostura social no se atrevieron a abordar. En dicha página –sin colocar sus nombres, teléfonos o correos electrónicos–, los jóvenes relatan en qué dirección viajaban y a qué hora y día tomaron el tren, pero, sobre todo, describen a quien los impactó, para finalmente pedir que, en caso la persona en cuestión leyera el post, pueda contactarse con ellos a través de los administradores de "Pasión en el tren”.

Llama la atención el detalle de las descripciones ("tenías un hermoso cabello castaño, pantalones vaqueros, chaleco gris, una gran personalidad y dos bolsas en la manoâ), así como la ternura del recuerdo anclado en las miradas y las...

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