Reformas para la gobernabilidad

Por Jaimede AlthausEl Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. Desde Hobbes, el Estado existe para garantizar la seguridad y la libertad de las personas y facilitar el desarrollo de todos. Quienes son elegidos tienen la obligación de gobernar para lograr esos fines. Si ocurre, como ahora, que Ejecutivo y Legislativo están en manos distintas, es obligación de ambos poderes ponerse de acuerdo en un programa de gobierno. De lo contrario no hay gobernabilidad y el Estado deja de tener razón de ser.El propio Reglamento del Congreso lo entiende así y obliga a concertar. Dice en su artículo 29: ?Al inicio del período anual de sesiones, los grupos parlamentarios y el Consejo de Ministros presentarán una propuesta detallando los temas o proyectos de ley que consideren necesario debatir y aprobar durante dicho período?. El Congreso está incumpliendo su propia ley. Esto no impide la fiscalización y el control político, que se efectúan precisamente sobre el cumplimiento del programa acordado. Ese programa se ejecuta mediante leyes y reformas que tienen que ser aprobadas y respaldadas. Es responsabilidad del presidente convocar una reunión cumbre para lograr un acuerdo y del partido mayoritario del Congreso asistir y facilitarlo.El problema es que esto depende de la buena voluntad de los actores. No tenemos un diseño constitucional que permita resolver situaciones de confrontación cuando esa buena voluntad no existe. Al contrario. En los sistemas parlamentarios, por ejemplo, no hay confrontación posible, porque el Ejecutivo nace de la mayoría parlamentaria. Es la solución ideal. Si Theresa May no logra reunir una mayoría...

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