Los reemplazantes

El Covid-19 planteó a los empleadores una sencilla elección: brindar seguridad a sus trabajadores, o cerrar. Pero algunos se han decidido por una tercera opción: prescindir de humanos. Entre los muchos titulares sensacionalistas suscitados por la pandemia, figuran los que advierten de una nueva ola de automatización destructora de empleos. En ciertas partes de la economía, como fábricas y almacenes, es casi seguro que se acelerará, pero en general, el desempleo inducido por robots debiera permanecer cerca del final de la lista de inquietudes de los trabajadores.

El mundo acababa de recuperarse de un brote de "robofobia". A inicios de la década pasada, el progreso en robótica e inteligencia artificial (IA) parecía presagiar una oleada de pérdidas de empleos. Alarmarse por los robots en una recesión no es totalmente irracional: las empresas suelen despedir más durante esos periodos. Pero los temores pueden ser exagerados. Al final de dicha década, el desempleo había caído fuertemente y los vehículos autónomos nos ganaban tracción.

Altas tasas de desocupación y llamativos avances tecnológicos están contribuyendo con una nueva ronda de recelos. Otra causa de ansiedad han sido las estrategias empresariales para lidiar con la pandemia. Son muchas las anécdotas sobre automatización motivada por el Covid-19 y organizaciones que afrontan un diluvio de consultas, como hospitales, están complementando ese servicio con chatbots. El interés en automatizar tareas en entornos de alto riesgo, como camales, está en alza.

Pero es probable que el ritmo de la automatización sea gradual y no a una velocidad disruptiva. Muchos puestos de trabajo, incluso los comúnmente clasificados como "de baja calificación" requieren una destreza manual y social que las máquinas aún no alcanzan. Los trabajadores en servicios presenciales -bares, restaurantes o salones de belleza- son especialmente vulnerables al Covid-19, pero existe escaso margen, o interés, para reemplazarlos por robots.

En Nueva York, miles de operarios de transporte público se contagiaron y docenas fallecieron, pero a pesar de los millardos de dólares invertidos en vehículos autónomos, las computadoras todavía no pueden conducir buses en caóticas calles. Además, la automatización solo es una de las soluciones tecnológicas para capear la crisis.

El ascenso del teletrabajo probablemente sea el legado laboral más profundo de la pandemia. Al rededor de la mitad de los estadounidenses que trabajaban antes del...

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