Yo no soy racista, ¿y tú?

Por Liuba Kogan. Jefa del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad del PacíficoEs frecuente en nuestro país (y en otros también) que en los estadios se emitan sonidos que imitan a los de los monos cuando un jugador de origen afro toca la pelota. Ello remite a la idea de que algunas razas son más evolucionadas que otras, lo que coloca a la llamada ?raza negra? en el último peldaño de una escalera imaginaria, donde el lugar privilegiado lo ocupa el blanco. Las personas de piel oscura serían apenas algo más evolucionadas que los animales, por lo que compararlas con ellos indicaría una forma de insulto.Relacionar a las personas de origen africano con los animales es una práctica de larga data. Por ejemplo, recordemos que Jesse Owens, el primer ganador de cuatro medallas de oro en un estadio olímpico recibió, en Berlín 1936, el apelativo de ?El Antílope de Ébano? (y terminaría corriendo contra caballos, como una forma de ganarse la vida).No olvidemos que los estadios son espacios carnavalescos donde las personas expresan sus pulsiones más profundas, amparados por la masa anónima que vibra al unísono. Ello permite que muchos vociferen de modo abierto expresiones ofensivas que no proferirían cara a cara. Porque son ofensivos y porque genera conductas imitativas, es imperativo controlar y sancionar ese tipo de manifestaciones racistas. Es necesario que como sociedad dejemos de pensar que solo de trata de bromas o de una forma graciosa de ?vacilar? a un amigo, deportista o conocido.Curiosamente esas maneras naturalizadas de tratar a los afroperuanos se han ido sedimentando poco a poco, hasta formar...

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