¿Puede ser Humala el eje de una puesta en orden?

Por Juan Paredes Castro

El Estado Peruano necesita urgentemente alinear sus poderes y funciones entre sí. Los tiene, en unos casos, dispersos y, en otros, descoordinados y caóticos.

Hay poderosas razones y condiciones para que esto sea posible desde la instancia felizmente propicia que tiene el país: la jefatura de Estado, que no tiene por qué no funcionar.

Se trata de que Ollanta Humala pueda reunirse con las cabezas de los principales poderes del Estado en la búsqueda de un acuerdo de puntos mínimos, tres o cuatro, que nos lleven a una urgente puesta en orden de la vida institucional democrática, sumida hoy en una peligrosa inestabilidad. A ello hay que añadir el retorno de la amenaza terrorista y su correspondiente apología, disfrazadas de propósitos de participación electoral que no resisten la menor lógica legal.

Quizás, más que un acuerdo, opere un compromiso de coordinación o algo más simple pero efectivo: el buen sentido común de sintonizar preocupaciones comunes alrededor de otros grandes temas, además del fantasma de vuelta del terrorismo.

Ahí están la impunidad política y judicial que hace prácticamente imposible la pregonada lucha contra la corrupción; la defensa del gobierno y Estado unitarios frente a los intentos regionales de fraccionamiento político del país; la creciente inseguridad ciudadana en manos de la delincuencia común y del crimen organizado; y, por último, el blindaje de la majestad y las prerrogativas de cada poder del Estado como una manera de anular el blindaje de personas e intereses particulares que pretenden hoy fácilmente evadir controles, investigaciones y enjuiciamientos.

No habría, pues, en una...

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