Publicidad vayas donde vagas.

AutorRodr
CargoESPECIAL URBANO

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

A nuestra atiborrada Lima se ha mudado hace un par de años una atormentante lluvia de publicidad que tira de nuestras chompas, si no es de nuestros pantalones y faldas, para que volteemos a mirarla. Nos estamos refiriendo a las vallas, carteles, muros y paneles que conforman parte de la llamada publicidad exterior.

Tanto en el Perú como en otros países, la publicidad exterior está sujeta a regulación, entre otras razones porque su uso descontrolado es capaz de generar contaminación visual. La contaminación visual es entendida comúnmente como un desequilibrio en el paisaje que afecta las condiciones de vida y las funciones vitales de los seres vivientes.

En el artículo nos referiremos en mayor medida a la importancia y necesidad de la regulación de la publicidad externa para prevenir o revertir la contaminación visual en la metrópoli.

Pocas veces nos preocupamos de cómo el ruido, el hacinamiento, la iluminación y otros factores ambientales pueden influir en nuestro comportamiento y estado emocional. Esta es una de las razones por las que en el Perú la regulación del espacio público es limitada. Por ello, cabe que preguntemos lo obvio: ¿Los cientos de paneles y vallas en Lima (que prometen aumentar) contribuyen a la generación de condiciones estresantes en la ciudad?

La contaminación visual por la publicidad exterior se suma a los factores que estresan la vida de los pobladores, pues sus repercusiones interfieren no solo en la belleza o estética de la ciudad, sino que además pueden entorpecer el procesamiento de información de los individuos expuestos a esta, fomentando un desequilibrio en su atención. Es decir, la saturación de estímulos visuales provocada por la desmedida publicidad en la via impediría un adecuado procesamiento de la información por parte de quienes la observan, afectando su normal desempeño. Esto último puede ser más preocupante si pensamos en el caso de los conductores que son sobreestimulados, lo que significa una inversión de atención por parte de estos en tales imágenes publicitarias en detrimento de la atención que deberían destinar a las acciones para conducir un vehículo. Hecho atendible si recordamos que la distracción es una de las causas de los accidentes de tránsito.

La contaminación visual repercutiría en la salud mental de las personas, ya que para el ser humano las imágenes que observa son capaces de generar estrés, molestia, displacer, así como placer y sensaciones de agrado. Al respecto, Jenny Quezada (1) refiere que el poblador necesita una ciudad estéticamente agradable para que le genere una gama de sensaciones del mismo tipo. Además, la sobreestimulación visual sumada a la sobreestimulación auditiva mantiene nuestro organismo en una situación de tensión que produciría estrés. Y si a ello le agregamos la serie de necesidades que mediante los productos ofrece y seduce, la estimulación que produciría la publicidad exterior no solo se limitaría al momento en que observamos las imágenes sino que se sumaria al cúmulo de frustraciones innecesarias que provoca una sociedad que incita el consumo por el consumo.

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

De forma general, el grado o índice de contaminación visual a causa de la publicidad externa puede caracterizarse por la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR