?Las propuestas demagógicas de los candidatos obedecen a una misma lógica: satisfacer a un grupo específico de votantes?. Editor

Por Al servicio del país desde 1839

Las campañas electorales son una especie de temporada abierta de ofertas irreales. En su afán por atraer los votos necesarios para acceder a la posición de poder a la que aspiran, candidatos de toda laya prometen lo que saben que no podrán cumplir en la eventualidad de ser elegidos, persuadidos ?se diría? de que la defraudación de los ciudadanos que confiaron en ellos es un costo razonable a asumir a cambio del triunfo en las urnas. Y también de que, por último, si la victoria acaba siendo de otro, el lance demagógico no les habrá causado perjuicio alguno.Desde luego, el proceso electoral actualmente en marcha no escapa a este fenómeno. Postulantes de las más diversas organizaciones políticas proclaman o deslizan cotidianamente que, desde el gobierno local o regional que buscan alcanzar, ellos harán realidad los más afiebrados deseos de vastos grupos de interés, aun cuando son conscientes de que semejante facultad nunca estará en sus manos. Y en un contexto en el que los inminentes comicios no consiguen concitar todavía la atención de los futuros votantes, el síntoma parece agravarse.Veamos, a manera de ilustración, lo que sucede con algunos de los candidatos al sillón municipal capitalino. Renzo Reggiardo, de Perú Patria Segura, por ejemplo, alude con frecuencia a la posibilidad de que las Fuerzas Armadas intervengan en la lucha contra la inseguridad ciudadana. Sin ir muy lejos, esta semana declaró en un noticiero: ?Yo vengo sosteniendo hace muchos años que los militares tienen que apoyar a la Policía Nacional en una segunda línea?. Y ya antes había hablado de la iniciativa, sugiriendo que se trataría de una medida disuasiva y temporal.La decisión de disponer algo así, como se sabe, no correspondería en ningún caso al alcalde de Lima. Pero como mucha gente no se preocupa por conocer el detalle de qué responsabilidades les tocan a qué autoridades y la idea es popular, proponerla puede generar la ilusión de que el triunfo del candidato en cuestión hará que se materialice; y, en esa medida, resulta electoralmente rentable.Algo parecido sucede con el postulante de Perú Podemos, Daniel Urresti, y su anunciada intención...

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