El presidente debe aclarar

Por Jaime De Althaus Guarderas

Es imposible saber si detrás de la invocación del presidente Humala a la Constitución del 79 y a la necesidad de un nuevo ?contrato social? hay solo un saludo romántico a la ideología y a su ala izquierda, o hay más bien un designio real que se iría plasmando en la medida en que logre generar las condiciones para ese fin. ¿Cuáles serían esas condiciones? Pues una alta aprobación presidencial, que podría obtener en unos meses si los programas sociales anunciados se lanzan bien y se propagandizan mejor, y si da, por ejemplo, un golpe certero al narcoterrorismo en el VRAE. Pero la aureola será efímera en la medida en que haya persistido la incertidumbre sobre el posible cambio constitucional, porque la inversión habrá seguido retenida, disminuyendo el crecimiento y por ende el empleo y la recaudación, bases de la redistribución, con lo que el Gobierno cavaría su propia tumba.

Por eso, esta opción es irracional y no tendría sentido que un presidente, por más atado que esté a atavismos ideológicos, familiares o militares, se incline por ella. De hecho, el Gabinete, pese a declaraciones ambiguas de tres ministros, ha aclarado que cualquier cambio, si se propusiere, se haría dentro del marco constitucional. No obstante, es obligación profiláctica de la oposición responsable desarrollar una actitud vigilante. Y, en eso, pues no ha comenzado bien. Quizá el presidente Humala no previó la reacción de Martha Chávez. Pero si realmente anida en su fuero interno la idea del cambio de Constitución...

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