Premio de buen gobierno

Por Richard Webb (*)

El Perú ha ganado un premio internacional de buen gobierno. ¿Broma pesada? ¿Ignorancia absoluta? Ocurre hoy, cuando no pasa un día sin escuchar sobre alteraciones al orden, huelgas, inversiones que se aplazan, gastos que no se ejecutan, conflictos entre instancias de los poderes Ejecutivo o Judicial, y de los distintos niveles de gobierno descentralizado. Sucede cuando muchos congresistas, presidentes regionales o alcaldes creen que ellos son un partido unipersonal. ¿No será un error de computadora?

No. Fue nada menos que la Unidad de Inteligencia de la respetada y bien informada revista internacional ?The Economist? la que evaluó 45 países y publicó los resultados. La lista no incluye a los países más desarrollados, como Japón, Estados Unidos o Suecia, pero sí a muchos de alta solvencia política, como China, Tailandia, Brasil, Uruguay y Colombia. El Perú no solo obtuvo el puntaje más alto este año, sino que fue el que más aumentó su puntaje en relación con el del año anterior. Y para que nadie piense que se trata de algún accidente del momento, resulta que es el quinto año consecutivo que el Perú recibe ese mismo premio.

¿De qué se trata? El premio no se refiere a toda la gestión pública, sino a la de ciertos aspectos de la vida nacional. Pero en un momento de frustración por la indecisión, lentitud, caos y abundantes signos de corrupción que caracterizan la gestión pública, bien vale la pena felicitarnos y celebrar aunque sea con una migaja nuestra eficacia gubernativa. El premio nos dice que, aunque sea en algunos aspectos, sí podemos gobernarnos bien.

Específicamente, nos han premiado por un desarrollo sólido y sano del sistema financiero para los estratos de la población antes excluidos. Pese al...

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