El K-pop y los nuevos chicos alfa

Por Liuba Kogan. *

Corea del Sur, a través de su Ministerio de Turismo y Cultura, ha puesto en marcha la llamada Ola Coreana. Se trata, sin más, de una estrategia milimétricamente diseñada para seducir a los públicos a lo largo y ancho del mundo a partir de estéticas y valores promovidos por una industria cultural que genera miles de millones de dólares. La punta de lanza de esa industria, que ha creado no solo admiración por la cultura coreana sino delirio adolescente, es la música pop.

No hay nada espontáneo en los grupos de pop coreano (K-pop), pues responden a un guion prefabricado institucionalmente como cualquier otro producto que se elabora en una oficina de mercadeo, con la salvedad de que el contratante es el Estado en busca de generar turismo y desarrollo económico. Estos grupos pop de chicos (aunque también pueden estar constituidos por chicas) ensayan unas seis horas al día en academias ligadas a estudios de música, se someten a cirugías estéticas (el secreto mejor guardado de esta industria cultural) y deben abstenerse de beber alcohol, fumar o tener pareja, si no quieren que se les revoque sus contratos. Son en realidad programados para convertirse en estrellas. De tan perfectos que son, resultan intercambiables: aparecen y desaparecen según las demandas del mercado. Las estrategias son alucinantes. Por ejemplo, se han creado grupos de jóvenes coreanos y chinos que parecen gemelos (caras, cuerpos, vestimenta y movimientos), ensayan juntos, pero son destinados a seducir públicos diferentes como el chino y coreano. Incluso, si uno de los integrantes debe dejar el grupo, existirán otros casi idénticos que los puedan reemplazar.

El K-pop ha conquistado el mundo y viene desarrollando una serie de negocios millonarios paralelos, como los cosméticos, vestimenta o âgadgetsâ. No es casualidad, por ello...

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