La política tan lejos del fútbol

Por Periodista y antropólogoEl Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. El fútbol produce el milagro de la unidad nacional. Hermana e iguala a todos, elimina las diferencias. Menos en la política nacional. Allí hemos ingresado en una guerra intestina que se alimenta a sí misma. En una espiral de excesos ya fuera de control, que pueden tener un efecto catastrófico en la institucionalidad y en la estabilidad política del país.Parte del origen está en ese sifón externo abierto de delaciones que viene del Brasil y que inyecta gasolina interesada al fuego. Brasil, con su política estatal de penetración económica y control político, instrumentada por Odebrecht y otras empresas, ha sido la madre de la gran corrupción que ahora alcanza a todos los políticos, devastando cualquier credibilidad. El daño al país ha sido inconmensurable, y la cancillería no ha protestado. Pero la institucionalidad nacional, en lugar de procesar los casos con inteligencia y justicia, se deja arrastrar al torbellino. La gente no distingue niveles de culpa y todos son lo mismo: Toledo ?el peor de todos?, que pidió él mismo, sin que nadie le ofreciera, en un acto de megaextorsión, 35 millones de dólares, y Alan García, Keiko Fujimori o PPK, que no se sabe con certeza si realmente recibieron ni qué cantidad para sus campañas electorales ?algo que en sí mismo no es ni siquiera delito?, hasta los 3 millones que sí recibió Humala acaso como una compra de decisiones futuras.Ante las revelaciones de todo calibre y verosimilitud, la gente reclama cabezas de turco y entonces la fiscalía y el Poder Judicial no se contienen en sus...

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