La política del statu quo

Por Gonzalo Torres del Pino-Publicista, actor y conductor de TV-Quien llegue a Tablada de Lurín, frente al gran complejo arqueológico de Pachacámac, solo verá un arenal, un terreno eriazo y el pequeño esbozo de una cicatriz queloide sobre el mismo. Esa cicatriz solo se revela si se entiende la relación que esta tiene con el gran centro ceremonial del Perú prehispánico que fue Pachacámac, y si se le puede vislumbrar desde las alturas del Templo del Sol, en donde se presiente que es un muro perimetral que marca la entrada del camino real que los oferentes hacían ingresando al templo adivinatorio desde el este.Claro que para los que intentaron invadir ese espacio recientemente solo era un pedazo de esperanza que podían, azuzados y engañados, reclamar para ellos, como tantos miles han hecho a lo largo de la historia urbana de esta ciudad, en la maligna intersección de la pobreza y la promesa. Bajo esa idea de tomar por la fuerza lo que nos pertenece a todos los peruanos, subyace la inacción del Estado en materia de protección del patrimonio.Antiguamente, el común denominador era la inacción negligente de mirar para otro lado con tal de ganar réditos políticos, y hoy es simplemente el no hacer nada: no inscribir los espacios como bienes públicos intangibles para que sigan siendo apetecibles para los traficantes de esperanzas ajenas; no cercar los espacios para que se formen con el tiempo derechos de uso de vías; no difundir el valor de lo que está en el espacio para que se siga ignorando que eso nos pertenece; y no emprender rescates y puestas en valor, aunque sea mínimas, para que se siga pensando que ese muro prehispánico es un objeto deleznable, dispuesto...

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