La política exterior en las elecciones de Estados Unidos

Por Norman Birnbaum. Sociólogo

En una elección presidencial, el titular del cargo tiene una ventaja. Los presidentes estadounidenses tienen un mayor poder de iniciativa en la política exterior que en la política nacional. El viaje de Obama a Kabul, al cumplirse el primer aniversario de la eliminación de Bin Laden, redujo a sus adversarios, si bien temporalmente, al silencio. Los comentarios de estos acerca del asunto del disidente chino Chen sugieren que también ahí les hubiera convenido más guardar silencio. El presidente ha sabido captar y explotar el actual estado de ánimo nacional. La gente, siempre y cuando no tenga que enfrentarse a opciones intelectualmente difíciles o económicamente costosas, se da por satisfecha dejando la política exterior en sus manos. Los republicanos, con el gobernador Romney repitiendo viejos eslóganes como si se tratara de brillantes inspiraciones, han sido incapaces de llevar a cabo un contraataque efectivo.

El presidente busca obtener tanta hegemonía global cuanta el mundo le permita y acepta la resistencia a ello como oportunidades para la negociación. Los republicanos entienden el unilateralismo estadounidense como una herencia sagrada; interpretan las desviaciones de ella en la esfera nacional como si fueran una herejía y el rechazo a su obediencia en el exterior como enemistad. Los dirigentes de la diplomacia, de los servicios de inteligencia y de la milicia de nuestro gobierno, así como los ambiciosos académicos, periodistas y políticos afincados en Washington, adaptan sus carreras a las imperantes ideas del interés nacional, aunque a menudo ajustan esas ideas a la promoción de sus propias carreras. Existe un serio debate, suscitado por espíritus más independientes, acerca del papel del país en un mundo que está cambiando profundamente, pero ese debate solo llega a un público minoritario, en tanto que la mayoría de los políticos y muchos periodistas carecen de la capacidad intelectual para sumarse a él. El presidente es consciente de que, por su parte, pensar demasiado sobre el tema no sería precisamente una buena baza electoral.

La política exterior de Estados Unidos no procede de la seria reflexión de los historiadores o de la sabiduría acumulada por experimentados diplomáticos y políticos. Los diseñadores reales de la política se enfrentan a un público acostumbrado a interpretaciones excesivamente simplificadas del interés nacional. Lo que es más importante, se enfrentan diariamente a un complejo y...

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