Por una política exterior activa

Por Ernesto Pinto Bazurco Rittler. Embajador

E s necesario esclarecer algunos aspectos sobre el Servicio Diplomático que llegaron distorsionados a la opinión pública. No cabe hablar de embajadores más destacados. Hay funcionarios en todas las categorías eficientes o menos eficaces. Lo que amerita establecer es si están capacitados para determinado cargo. Entonces se da una buena o mala política de personal. En los últimos años no hubo una adecuada política de personal. Esto es lo que ahora se está corrigiendo, por ejemplo, con los acertados nombramientos al exterior de funcionarios diplomáticos capacitados para el cargo. Parte de esta desinformación es el uso simplificado de una abstracción: la pirámide invertida, lo que se viene repitiendo hace 40 años, para argumentar que existen muchos embajadores. En realidad depende de cómo se concibe la política exterior, a la que debe adecuarse una correcta política de recursos humanos. El número de embajadores no está en función de la cantidad de los integrantes del servicio en otras categorías, sino con relación al número de misiones, embajadas y consulados que tenemos, y principalmente respecto de las tareas a cumplir. La cantidad de jefes de misión debe estar acorde con los interlocutores del mismo nivel de otros países con los que debemos negociar.

Es un error aparentar un conflicto generacional. Hubo una carencia de oportunidades que afectó a todas las edades. Ni la juventud como tampoco la vejez califican o descalifican. Javier Pérez de Cuéllar representó con excelencia al Perú en Francia cuando había pasado la edad de retiro. Muchos de nuestros diplomáticos son muy eficientes y tienen vasta capacidad cuando no han alcanzado aún la categoría de embajador. Y hay embajadores a los que no se les han asignado los cargos en los que son más útiles. Ello se debe a que dentro de la desacertada política de personal que se vino arrastrando hace algunos años, no se ha tenido a bien crear los incentivos necesarios. Más bien se aplicó el maltrato. El maltrato a un embajador o a un tercer secretario no es sino un trato mal hecho con el propio servicio diplomático, una institución tutelar de la República. Un instrumento para...

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