Política y economía

Por Víctor Andrés Ponce. PeriodistaEl Perú político, económico y social del 2013 es un laboratorio, donde optimistas y pesimistas podrían confirmar sus tesis. Por ejemplo, si recordamos que el 5% del crecimiento de nuestro PBI solo es superado por Panamá y Paraguay en América Latina, y que las Naciones Unidas han declarado que somos campeones mundiales en cumplir adelantadamente los objetivos del milenio, entonces, el camino para los optimistas está desplegado. Pero si nos percatamos de que si se hubiese, por ejemplo, desarrollado el proyecto Conga, Tía María o si el gobierno hubiera lanzado algunos proyectos de infraestructura mediante asociaciones público-privadas, habríamos crecido en 6%, el espacio se dibuja para el pesimismo. Y si el escenario del 2013 es la antesala del 2014, seguramente, las filas de los pesimistas comenzarán a engrosarse.En un país con 25% de población pobre, perder un punto de crecimiento es un crimen social. Los economistas nos dicen que el 80% del total de la asombrosa reducción de pobreza de la última década solo se explica por el crecimiento. ¿Cómo hacemos, pues, para que los males de este año no se prolonguen en el próximo? Desde la caída del fujimorato, el Perú padece de un mal endémico: el creciente divorcio de la política con respecto a la economía. En el 2013, ese divorcio se volvió insalvable.El gobierno sacó sus navajas e hizo de la confrontación y la polarización su manual de trabajo político. Los resultados se contemplan a distancia: Humala se desplomó de 60 puntos de aprobación a 25, el Congreso apenas llega a los 10 y los partidos políticos alargan sus agonías. Todo el espacio público y las instituciones permanecen al filo del precipicio. Demasiada energía en la emboscada política en vez de impulsar los proyectos que nos habrían permitido crecer por encima del 6%. Si el régimen persiste en esa lógica...

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