La poesía y el fútbol.

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

El fútbol es vida: una pasión que supera lo racional para desgarramos en gritos, furores, alegrías y decepciones. En la cancha, los veintidós se enfrentan en una lucha constante que dura noventa minutos pero puede ser recordada toda una vida. El fútbol es sentarse frente a la televisión y sentirse en la cancha. Es estar allí, en el arco, en el área, de nueve, luchando por el honor de la camiseta. En este año aciago para el fútbol peruano, la pelota rodó con sangre y Walter Oyarce fue la víctima mortal de un sistema errado desde sus bases mismas. Alarcón y Pacheco son solo la punta de un iceberg que se derrite todos los meses al firmar planillas.

La literatura también es vida: se juega en el Perú y en Alemania. En los dos torneos lo hacen futbolistas peruanos, y aquí y en Francia hay experiencias vitales de peruanos que son trasladadas a los libros.

Lima es una ciudad futbolera. En las pistas se hacen arcos con ladrillos y basta una pelota de trapo para armar una pichanga. Los domingos en las noches se juntan los amigos a desintoxicar la semana. ¿No es acaso el fútbol uno de nuestros pocos escapes sociales para resistir el pesar de las dobles...

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