El plan urbano y sus retos

Por Augusto Ortiz de Zevallos. Arquitecto y urbanistaYa se ha anunciado el plan urbano, sumando ?después de décadas? a Lima y al Callao, que son una sola ciudad. Y hay que llevarlo a cabo, consensuarlo y aprobarlo con apoyos plurales. Importa establecer premisas, y eso significa optar entre dos muy diferentes formas de hacerlo.La primera, errónea, es volver a eso que llaman en inglés ?wishful thinking?, aunque sus cultores no lo reconozcan. Creer que, en una ciudad compleja, conflictiva y caótica, acostumbrada a ser un huaico, un plan puede ser dibujar lo que uno quisiera que pase sin interesarse mucho en por qué pasa eso que pasa, ni en cuánto se puede decidir en verdad desde una autoridad débil y sin suficientes recursos ni competencias; hacer dibujos que no corrigen realidades. Pero sí hay que hacer dibujos, la pregunta es cuáles y para qué.Aquella primera forma idealizada de planear duró por mucho tiempo. Con las mejores intenciones y esforzados profesionales, se hicieron los muy pocos y muy fracasados planes de Lima desde los años 40. Y todos hemos oído a alguien quejarse de que no se cumplieron y echar las culpas a otros y tenemos la ciudad que tenemos, en la que casi todo difiere de esos planes. El último se hizo en los 80, se publicó en los 90 y solamente se ha recalentado desde entonces, atomizado con improvisaciones distritales codiciosas de rentas.Ese último plan es de cuando Lima era otra. Y se equivocó al proponer que, sin tener ni dinero, ni infraestructuras, ni una malla de transportes, Lima pudiera ser tres ?ciudades? (norte, este, sur). Fue y es una en la que todos, incluyendo a quienes viven en el Callao, usamos todo, moviéndonos demasiado y mal. Me tocó recibir ese plan, en Pro Urbe, hoy el IMP. A esa hipótesis de tres ciudades yo contrapuse y publiqué, en 1991, otra en que se reconocía varias centralidades, proponiendo una ciudad policéntrica y más homogénea. Este modelo hoy se ha aceptado, y ya ocurre improvisadamente, con dinámicas de emergencia económica y recalificación de extensos sectores urbanos emprendedores, dejando atrás esa vieja división errónea de ciudad y conos. Equivocando el modelo se equivocaron las previsiones y rápidamente se deslegitimó el plan.Las invasiones hicieron (y siguen haciendo) la ciudad y cada distrito fue como mejor les pareció a sus alcaldes y a traficantes de invasiones, enchufados siempre con políticos, nacionales y locales. Invasiones que siguen y se agudizan, ya que vivir en ciudad es...

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