Una de piratas

Por Gustavo Rodríguez. Escritor y comunicadorHace un par de días publiqué esto en mi muro de Facebook:?Vengo de hablar en un colegio de Chorrillos donde al final se formó una cola de firma de libros. Se me acercó un chico con un ejemplar pirata y me debatía entre dejarlo en roche o que pasara piola. Encontré la fórmula. Se lo firmé como Rodrigo Gustiérrez. A libro pirata, autor pirata?.Recibí un aluvión de comentarios. La mayoría eran solidarios conmigo, pero hubo muchos que sugerían una simpatía con el chico y hasta con la piratería. Hoy decidí aprovechar estas líneas para responder a las tres ideas repetidas por esos mensajes. 1. Pobrecito el chico, qué patán el escritor. Nunca es demasiado temprano para hacerle ver a una persona lo que está mal. Y ser cómplice de un robo está mal. Los chicos que se me acercaron con ediciones piratas conviven con un entorno tan informal ?todos nosotros, en verdad? que tal vez olvidan o no se imaginan las implicancias de este tipo de actos. Y si no son sus padres, la escuela o el Estado quienes se lo expliquen, lo mínimo es que lo haga el agraviado. Además, en mi resumen de los hechos no describí la complicidad que hubo entre el chico y yo. Es claro que para educar a una persona tiene que haber firmeza y no humillación. De lo contrario, lo que queda es el rencor y no la enseñanza. 2. Cuando los libros son caros, es lógico que haya piratería. El barrio que visité era de clase media y el colegio era privado. Además, la edición formal de mi libro es muy asequible. El argumento del precio no es en este caso una justificación, ni debería serlo nunca. ¿Sabe usted qué sistema infame que ahora aborrecemos nació con una justificación parecida? El de las combis en nuestras calles. Fueron una...

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