Las mujeres piensan y los hombres tambien lloran: una entrevista con Matilde Ureta de Caplansky.

AutorSánchez León, Abelardo
CargoUSOS Y COSTUMBRES - Entrevista

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

¿Tú consideras que es normal asumir una pareja para siempre? Existe la tentación de la infidelidad, ¿no crees?

Creo que hay parejas para siempre. Vamos a distinguir. Una cosa es la lealtad y otra el hecho de que los seres humanos estemos vivos, que tengamos ojos para mirar a todos los demás. Uno no puede dejar de estremecerse ante la belleza o el sex-appeal de otro, pero eso no significa que uno sea necesariamente infiel. Pero tú has hablado en términos concretos: de cómo se coordina, combina o complementa el hecho de estar casado para toda la vida y no sacarle la vuelta al marido o a la mujer.

¿La infidelidad se cierne como una sombra sobre la pareja?

Se cierne siempre, por eso creo que es una construcción cotidiana, y a veces uno la cumple o la incumple. A veces, al incumplirla, uno dice >. Pero habiéndolo vivido, no desde lo teórico solamente. Hay una idea muy simpática: el peso que tiene la historia compartida con la pareja. Por ejemplo, yo tengo 38 años de vida conyugal con mi tercer marido. Puede ser que uno guste de otras personas, pero también gusta de su marido y se dice a una misma -me quedo con él>>; vuelves a elegirlo. Que una diga >, y te enamoras otra vez de esas manos. Y también sabemos que así como uno se vuelve a enamorar de la pareja, la puede llegar a odiar un día.

¿A qué crees que se debe la crisis de la pareja?

Principalmente, al execrable pero insoslayable narcisismo de los seres humanos que hace que solamente pensemos en nosotros y nos miremos el ombligo.

Es un narcisismo fomentado por la publicidad, por los medios.

La cultura está puesta al servicio del narcisismo. Cómo te ves, cómo te miran ...

La palabra cuidarse ...

Sí, tanto que fastidia.

No hay otra alternativa: o la soledad o la pareja, pero lo que estaría en crisis sería la continuidad de la pareja.

Eso es lo que hay que distinguir. Lo que está en crisis es la continuidad, porque claro, te separas de una hoy y al día siguiente estás con otra. La crisis no reside en el hecho de no tener más parejas, sino en la permanencia. Porque creo que construirla todos los días es una chambaza y que el punto central es pensar en el otro y en el dúo antes que pensar solo en uno.

La pareja es un animal de dos cabezas y una base común.

Esa base en común es la historia compartida. Una frase podría ser: uy, volver a comenzar, explicarle a otro pata, otra vez, que estas son mis costumbres; el olor, el mal olor, sus manías, cómo come, etcétera, eso es parte de la historia compartida.

¿Cuál es el tipo de la mujer limeña de hoy en relación a las ideas del feminismo, que ya tienen unos cuarenta años en el Perú? ¿Cómo procesa ese discurso una chica de 25 años?

Lo disfruta sin darse cuenta de dónde viene. Hay una anécdota famosa del entierro de Simone de Bouvoir, sobre una doliente mujer de 40 años que formaba parte del cortejo y entre lágrimas decía a gritos >. Creo que las jóvenes usufructúan una larga lucha que ha sido dura, cruel y mucha, como dice el tango, para llegar a lo que hemos llegado y a la posibilidad de no ser maltratadas tan frecuentemente. Está muy naturalizado el maltrato a la mujer. Hay que ser muy aguerrida para que no te maltraten.

¿Cuál sería la reivindicación de la mujer hoy?

Volvamos a la chica de 25 años. En su lógica, es imposible ver un mundo en el que no haya televisión ni Internet. Estoy hablando de una clase determinada, en un lugar determinado, occidental, lo más pequeñoburgués que se pueda definir. No entra en su lógica el creer que el mundo era distinto. Lo que no ha variado es la pérdida del amor: hace treinta años la gente asistía a consulta por razones sentimentales; treinta años después, la gente consulta por razones sentimentales. Eso no ha variado nada en la clínica. Los seres humanos siguen llorando por los mismos problemas. ¿Qué es lo que ha ganado una mujer de 25 años? Probablemente, poder tener estudios, hacer una maestría a los 28 años. Yo enseñé muchos años en la Católica y en esa época las chicas terminaban sus estudios de Psicología y no hacían la tesis, se casaban y se embarazaban. Mi frase favorita era >. ¿Te das cuenta, qué horror?

Y la universidad era un espacio para buscar esposo.

Eso decían las malas lenguas, pero muchas iban también para estudiar. El asunto no era tanto que la universidad fuese el lugar para buscar marido; era la edad. Las chicas de esa época se casaban, como en mi generación, entre los 18 y los 22. Si tú pasabas los 20 años, ya eras solterona. Las generaciones siguientes se casaban entre los 20 y los 30. Por lo general, los sicólogos se casaban con ingenieros. Muy peculiar eso, ¿no? Tenían un hijo, dos hijos y a los 27 o 28 años regresaban a hacer la tesis.

¿Qué sentían que perdían al casarse?

En esa época creían que hacían lo mejor de la vida. No había otra alternativa que casarse.

¿Pero no sentían que perdían algo? Los hombres, cuando se casan, sienten que pierden su libertad.

No, al contrario. ¿Tú has visto alguna vez una novia que llore? Siempre están o emocionadas o contentísimas. Los hombres están con cara de aterrados.

Pero ¿por qué?

Mi opinión es que era...

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