Pesquería e ilusión social

Un diario local publicó recientemente un editorial titulado ?Pesquería e inclusión social? en el que se argüía, de manera algo enredada, que la riqueza pesquera del Perú sería mejor utilizada y ayudaría a la inclusión social si la captura de especies marinas se dirigiera al consumo humano local en lugar de a la elaboración de harina y aceite de pescado, que se exportan y destinan principalmente a alimentar animales.

También argüía que para que esta mayor oferta sea destinada al consumo humano se debe reordenar el mercado, lo que permitiría la reducción del alto precio del pescado, el cual se debería principalmente al elevado margen de ganancia de los intermediarios que controlan la llamada cadena de frío ?el sistema de distribución refrigerada que se necesita para la comercialización del pescado? y detentarían un poder monopólico.

POPULISMO VERSUS INCLUSIÓN SOCIALEl artículo en mención sigue la tradición populista de primero plantear un objetivo social supuestamente deseable para luego encontrar un culpable de que no se logre dicho objetivo y, con ello, justificar que el Estado decrete un ?reordenamiento? del mercado. Como es usual, tanto el supuesto objetivo ?deseable? como el supuesto culpable no resisten un análisis cuidadoso de la realidad económica.

Un principio básico de economía en un mercado relativamente libre como el de consumo final de la pesca es que si el producto se dedica a la elaboración de harina de pescado y no al consumo humano es porque el ingreso que se obtiene de la primera opción es mayor al que se obtendría de la segunda.

No existen prohibiciones u otras limitaciones serias que impidan que se reoriente la captura hacia el consumo humano si es que fuera más rentable hacerlo. Dado el volumen de pesca y nuestra larga tradición como país pesquero, el mercado hubiera explotado ya cualquier oportunidad importante que existiera en este sentido.

Solo prohibiciones a la exportación aumentarían la oferta orientada al mercado local, pero, como ha sucedido en Argentina con la prohibición de la exportación de carne, esto rápidamente resultaría en una caída en la producción y una pérdida significativa para la sociedad.

Nótese además que el volumen de pesca dedicado al consumo humano promedia menos del 15% de la captura total (ver grafico 1), por lo cual si se quisiera redirigir toda la pesca hacia el consumo humano directo tendríamos que multiplicar por siete nuestro consumo de pescado.

Para ser más precisos, cada peruano tendría...

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