La pesadilla izquierdista es realidad

Por EmpresarioHabiendo estudiado filosofía, pensé que los filósofos y los poetas éramos los únicos habilitados para postular teorías sin aportar mayores fundamentos. Me equivoqué. Los politólogos peruanos gozan de una licencia similar, a pesar de pertenecer a una ciencia social.Primero fue el señor Carlos Meléndez, con su teoría de que la tecnocracia liberal era la madre de la corrupción. Una bomba atómica que todavía no prueba y que no le impedirá este año sentarse en CADE con varios de esos mismos supuestos gestores de esa lacra. El expediente de inventar un enemigo para dispararle fuego nutrido lo ha retomado recientemente el señor Alberto Vergara, en este Diario, el domingo pasado. En su caso, además de los tecnócratas, arremete contra la ?derecha limeña?, a la que acusa de todas nuestras desgracias.No es fácil criticar a Vergara porque sus falacias son vastas y su desconexión de lo real, profunda. Digamos, en primer lugar, que el autor del artículo en cuestión no dice nunca qué diablos es la derecha limeña ni cuándo ha gobernado realmente en el Perú. De esta imprecisión se libra sugiriendo que, desde Toledo hasta ahora, la derecha ha estado al mando en los últimos 16 años y ha producido el actual descalabro económico, social e institucional.No imagino las definiciones que Vergara maneja, pero tienen que ser muy elásticas para acomodar allí al propio Toledo, a García, a Humala e incluso a PPK, ninguno de los cuales podría ser cabalmente un presidente derechista.Lo poco de ?derecha? que hemos tenido, si se quiere, ha sido el modelo económico de los últimos 25 años que, en todo caso, arranca con Fujimori. Pero eso a Vergara no le llama la atención. No dice una sola palabra de cómo ese modelo ha servido para sacar a millones de peruanos de la pobreza.Lo que le interesa es señalar, sin aportar mayor prueba, que nuestras debilidades institucionales han sido creadas o en todo caso preservadas por la derecha. A ella tocaría achacar, en consecuencia, el desmadre de la administración de justicia, la podredumbre de los partidos políticos, la corrupción de los gobiernos regionales, la calidad del trabajo parlamentario. Un imán, en fin, que atrae todo lo malo.En una economía tan pequeña como la nuestra, en donde probablemente el 65% de nuestro crecimiento se explique por condiciones externas, Vergara no cree en el impacto de los factores exógenos. Le parecen excusas. Tampoco le parece relevante la confianza empresarial...

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