La pesadilla de una guerra sin fin

Por virginiaRosas

Lea mañana en Mundo aFarid KahhatEl Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.Donald Trump esperaba con la ilusión de un niño en Navidad montar un gigantesco espectáculo alrededor del 11 de setiembre para anunciar el retorno a casa de los ?boys?, los 14 mil soldados que todavía están en Afganistán enfrascados en una guerra que, definitivamente, no pueden ganar y que ya está durando más que ese otro fracaso estadounidense: la guerra de Vietnam.El presidente se sentía tranquilo tras las nueve rondas de negociaciones que se habían llevado a cabo ?a puertas cerradas? en Catar con los mismísimos talibanes, pero de las que había sido excluido el presidente afgano, su aliado, Ashraf Ghani, porque los talibanes no querían dialogar con él. El embajador Zalmay Khalizad, de origen afgano, lo había convencido de que ya estaban ad portas de un acuerdo en el que los talibanes se comprometerían a luchar contra el terrorismo y a participar en las negociaciones de reconciliación interafganas.Con el gusto por el espectáculo que tiene Donald Trump, ya tenía previsto que la culminación de las conversaciones se sellara en Camp David, ahí donde Jimmy Carter reunió en 1978 al presidente egipcio Anwar al Sadat y al primer ministro israelí Menahem Begin, quienes firmaron un acuerdo por el que recibieron ese año, en conjunto, el Premio Nobel de la Paz. El ?reality? sería completado con las imágenes del retorno a casa de un primer contingente de cinco mil soldados. Mejor escenario para el empresario televisivo, inquilino de la Casa Blanca, imposible.Pero existe una gran distancia entre la fantasía y la...

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