Lo que pesa un capitán

Por jaimeCorderoEl Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. La figura del capitán en el fútbol viene de muy atrás. Los ingleses la instituyeron en la prehistoria del deporte, mucho antes de que existieran los árbitros, con la idea de que cada equipo tuviera un interlocutor para ponerse de acuerdo en el cobro de faltas y otros aspectos reglamentarios. Capitán, entonces, no podía ser cualquiera; el elegido debía tener ascendiente y autoridad sobre sus compañeros. No se trataba solamente de arengarlos, sino ?incluso? de participar en decisiones que eventualmente podrían ir en contra de los intereses del equipo. Decisiones que, a fin de cuentas, el resto de jugadores debería aceptar. Claro está que ese modelo de autogestión basado en el liderazgo y el honor pronto quedó anacrónico. No pasó mucho tiempo para que la gente sintiera que lo que se ponía en juego en una cancha de fútbol era demasiado importante como para dilucidarlo mediante pactos de caballeros. Así que antes de que termine el siglo XIX ya existía la figura del réferi. Y ahora, en los partidos de la más alta competencia no tenemos un árbitro en la cancha, sino al menos seis. Más una cabina de visionado de videos, donde ya se aplica el controvertido VAR. Cabe preguntarse si esta tendencia a llenarnos de colegiados, videoayudas y ojos de halcón es una buena medida de cómo se ha depreciado la palabra de los hombres a lo largo de siglo y medio. Pero, al margen de esas divagaciones, lo cierto es que la figura del capitán nunca perdió vigencia ni quedó relegada a la categoría del cargo honorífico. Ha seguido siendo tema de máxima importancia. Todo esto en realidad viene a cuento a raíz del drama por entregas en que se ha convertido el caso de Paolo Guerrero. Su sanción oficialmente ya concluyó, pero aun así no sabemos si la Blanquirroja podrá contar con él en Rusia. Eso evidentemente trastoca los planes del comando técnico de la selección y tiene al hincha con los nervios crispados. Y es comprensible: Paolo no solo es el goleador del seleccionado, también es su líder indiscutido. Esperemos poder contar con él, pero en el supuesto de un fallo adverso, ¿qué faceta de él extrañaríamos más? ¿La de goleador o la de capitán? No es una pregunta sencilla de responder. Ni los goles ni...

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