Por un Perú para todos

Los resultados del proceso electoral se prestan a muchas reflexiones, que seguramente se irán desarrollando en los próximos días.Una primera, por la que todos debiéramos estar igualmente contentos, es esta: se trata de nuestra cuarta elección consecutiva en democracia. No es poca cosa: es algo que no pasaba desde hace cien años. Ninguno de los candidatos ha objetado los resultados. Diera la impresión que los atropellos y la corrupción generalizada que se vivieron en los noventa han creado un consenso en el país en torno de la democracia y sus instituciones. Enhorabuena por ello.Por otra parte, también parecería haberse forjado otro consenso, tal vez menos amplio, pero sí mayoritario, alrededor de las bondades del modelo económico que desde la misma década (aunque muy incompletamente) existe en el país. Eso, al menos si seguimos la interpretación que a lo largo de la campaña dieron los candidatos que, con mayor o menor énfasis, proponían cambiar este modelo por uno más estatista. En efecto, las candidaturas de Verónika Mendoza, Gregorio Santos y Alfredo Barnechea sostuvieron repetidamente que el 10 de abril se iba a celebrar una confrontación entre quienes, como ellos, cuestionaban el modelo económico ?ortodoxo?, y todos los demás, que más bien alentaban su continuidad. Pues bien, si es que el electorado estuvo de acuerdo con ellos en que esto iba a ser así, entonces solo se puede concluir que la derrota de las diferentes propuestas estatistas ha sido contundente: 70% ha votado por las opciones que ellos consideraban ?continuistas?. En esa medida, quienes defienden estas propuestas quizá harían bien en revisar la manera tan segura con la que suelen arrogarse la vocería de ?el pueblo? o ?las mayorías?. Naturalmente, caben otras interpretaciones del voto de este domingo (no hay por qué suponer que todos los electores votaron estando de acuerdo con los mencionados candidatos sobre lo que significaría la votación). Pero en cualquiera de estas interpretaciones está claro que jugó un papel definitorio en el resultado final el miedo que sentían muchos ciudadanos de volver a tener el tipo de medidas que llevaron a más del 60% de nuestra población a la pobreza. Si no es con el concepto de ?voto útil? resulta muy difícil explicar la respetable cantidad de personas que cambiaron su voto para la primera vuelta. Nada de lo anterior, sin embargo, debería dar lugar al regodeo en la cara del resto de los peruanos ?como el exhibido, por ejemplo, en redes...

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