Periodismo de investigación: ¿una gélida soledad?

AutorLerner, Dan
CargoPODER Y SOCIEDAD

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Una vez derrocado el régimen fujimorista, en el Perú se inicia el proceso de recuperación de la democracia. Lentamente, la sociedad civil buscó reponerse del knock out que le propinó en los noventa un Estado corrupto y opresivo que buscó desbaratar a toda costa la institucionalidad del país. El Congreso fue disuelto, el Poder Judicial fue copado por funcionarios del régimen y muchos medios, sometidos al todopoderoso Vladimiro Montesinos, vendieron sus líneas editoriales.

Sin embargo, el auge del periodismo de investigación tuvo lugar en esa oscura época, bautizada por Carlos Iván Degregori como la década de la antipolítica. Orazio Potestá, periodista y docente en la PUCP y la Universidad de Lima, habla con nostalgia y admiración de los tiempos en que se realizaron investigaciones difíciles que arribaron a resultados reveladores. Recuerda los casos de las matanzas de La Cantuta y Barrios Altos, y los señala como emblemas del periodismo de investigación en la región: no todos los días se revela que grupos paramilitares dirigidos por el Presidente de la República realizan ejecuciones extrajudiciales.

Potestá deja la nostalgia atrás, frunce el ceño y afirma que "la situación se vino abajo a partir del 2000, con la llegada del gobierno de transición de Valentín Paniagua". El periodismo de investigación se encontró entonces en una situación de extraña e incómoda calma. Había mucho que investigar, seguro, pero para los dueños de medios no estaba muy claro el porqué. ¿Qué gano yo?, se habrán preguntado los empresarios. Baruch Ivcher, en 1996, armó "la mejor unidad de investigación de la televisión", según nuestro entrevistado. ¿Qué pasó con aquella unidad, o con todas las demás, una vez restituida la democracia?

EMPRESARIOS, NO PERIODISTAS

Las investigaciones importantes, esas que se convierten en primeras planas o en reportajes largos en horarios estelares de la televisión, nacen de la decisión de una persona: el dueño del medio, quien, hoy por hoy, es en la mayoría de los casos un empresario. Son ellos los que arman las unidades de investigación, los que ponen el dinero y las facilidades necesarias. Sin tales aportes, es casi imposible que una buena pesquisa termine en algo importante.

"En los noventa, tú investigabas Fuerzas Armadas o casos de derechos humanos y llegabas a Montesinos. Ivcher, por ejemplo, quería llegar a Montesinos, entonces armaba una súper unidad y los casos aparecían", afirma Potestá. Hoy no es tan evidente...

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