Peor de lo que parece

PEOR DE LO QUE PARECE

Texas suele ser caluroso, pero no como ahora. Para la próxima semana se pronostican temperaturas más altas. Lo mismo está pasando en Gran Bretaña, que tenía la reputación de ser una isla fría y lluviosa.

Hay que estar deliberadamente ciego, un mal bastante común entre políticos para no ver que el calentamiento global ha dejado de ser una amenaza debatible que recién se materializará dentro de muchos años. Es nuestra realidad, y si los científicos climáticos están en lo correcto, sus advertencias reivindicadas, se pondrá mucho peor.

Y el senador demócrata Joe Manchin acaba de evitar lo que puede haber sido la última chance del Gobierno de Joe Biden para hacer algo significativo respecto del cambio climático. Dentro de unos meses, Manchin se volverá irrelevante, de una forma u otra: es posible que los republicanos ganen la mayoría en el Senado o que los demócratas sumen algunas curules.

Y solo terminará siendo notorio por la enfermedad que ha infectado a la clase política de Estados Unidos.

No obstante, mi opinión sobre Manchin s tanto menos como más cínica de lo usual.

Él representa a un estado que aún asume carbonífero (Virginia Occidental), pese a que la minería es hoy una parte trivial de su economía, empequeñacida por empleos en salud y asistencia social, muchos de estos últimos son remunerados por el gobierno federal. Asimismo, obtiene más aportes del sector energético que cualquier otro miembro del Congreso y tiene un gran conflicto de interés porque su familia es propietaria de un negocio de carbón.

Pese a esto, supongo que su actitud, que lo han mantenido bajo los reflectores políticos, tiene mucho que ver tanto con dinero como con vanidad. Y si uno no cree que grandes desastres pueden ser causados por la mezquindad personal, probablemente no ha leído mucha historia.

Pero nada de esto importaría si los republicanos no estuviesen unificados en su oposición a cualquier acción para limitar el calentamiento global. Y se ha enquistado más a medida que ha aumentado la evidencia de una inminente catástrofe y se ha reducido el probable costo financiero de una acción efectiva.

Hablemos de la política económica del clima. Hace mucho tiempo que es dolorosamente obvio que los votantes son reacios a aceptar incluso costos de corto plazo para evitar el desastre a largo plazo, y probablemente nada hará que cambien. Es por eso mi escepticismo en torno a la postura, ampliamente sostenida entre economistas, de que un...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR