La pena máxima

El 19 de noviembre de 1969, Edgardo Andrada sintió en carne propia lo que era ponerse al frente de un pelotón de fusilamiento. No había cometido ningún crimen, pero el destino lo eligió para ser presa fácil del peor verdugo del mundo: Pelé, quien buscaba su histórico gol 1.000 en un Maracaná que le pedía acribillar con un derechazo al arquero argentino del Vasco da Gama. Así, con ese tanto de penal convertido, el ?Gato? también entró en la historia.

Cuatro décadas después, Andrada vuelve a ser noticia, aunque esta vez ya no por el infortunio que lo sigue martirizando hasta hoy. Ahora deberá cargar con otra condena: es acusado por violación de derechos humanos al haber sido miembro del servicio de inteligencia de la...

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