La palabra de Palacio: ¿Sí se puede?

Por Eduardo Zapata. LingüistaNos dice la lingüística seria que las palabras adquieren su significado en contextos. Los hechos políticos, sociales, económicos y lingüísticos son hechos semiológicos. Adquieren su sentido final según otros signos y circunstancias que los rodean.Tal vez por eso ?más importante que evocar las palabras del presidente ayer? sea recordar las voces colectivas que acompañaron la juramentación de Ana Jara como primera ministra. Ese día los asistentes coreaban ¡sí se puede!y#8230; ¡sí se puede!y#8230; ¡sí se puede! Y uno no podía dejar de preguntarse qué y cómo es lo que se puede.Si recordamos, antes de su mensaje, el presidente ya lo había esclarecido y no había dejado dudas. Introdujo el concepto de ?centralismo democrático? para justificar que las voces discordantes con los planes de la pareja presidencial no iban a ser escuchadas y que ?entonces? Ana María Solórzano sería inevitablemente ungida. Calculando finalmente que había los votos necesarios y que no interesaba un previsible fraccionamiento de la bancada. Una suerte de mesianismo en marcha.Y el sentido de todas y cada una de las palabras pronunciadas por el presidente ayer nos pone ante la evidencia de que el ?centralismo democrático? no se agotaba, pues, al interior de Gana Perú. Es reflejo de una concepción adánica de la democracia y de la gestión pública. Lo dijo textual y con entonación confrontacional: ?Históricamente estamos superando los tiempos de pobreza y exclusión social?. La votación del Congreso por la presidencia del mismo decía ya que se cuenta con un número suficiente de fuerzas para establecer alianzas y tercerizar la perpetuación en el poder en el 2016 o que ?mediante poderes coaptados? sea posible la propia reelección conyugal.De hecho, este 28 el presidente habló de logros. De las ?reformas? que ?se dice? deberán pronto mostrar sus resultados y hacer frente a la desconfianza. Porque si bien hay papeles anunciando cambios en educación, salud, seguridad y la meritocracia en la carrera pública, hasta ahora todo ello no se traduce en hechos. Aun cuando el lenguaje presidencial pretenda hacer realidad con un pretérito (?hemos hecho?) lo que es un incierto presente durativo (?estamos haciendo?).Lingüísticamente resulta...

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