Pa? que la piquen

Por Jefe del Departamento de Derecho de la Universidad del Pacífico

Conocí a Paola Ugaz hace menos de dos años. Fue a raíz de la querella que interpuso el arzobispo de Piura, José Antonio Eguren, contra ella y Pedro Salinas.Luego de estudiar el caso de Ugaz, decidimos en la Clínica de Libertades Informativas de la Universidad del Pacífico elaborar un informe jurídico (?amicus curiae?) en el que sustentábamos por qué los tuits que ella había publicado no calificaban como delito de difamación. 140 caracteres con afirmaciones sustentadas o críticas ácidas no deberían culminar con alguien en la cárcel. Tampoco justificaban el tormentoso trance de audiencias, declaraciones y viajes, ni la incertidumbre de perder la libertad.Investigar tampoco debería venir con una factura de insultos, amenazas ni acoso. Todo lo contrario. Probablemente nunca lleguemos a compensar el valor social de las investigaciones de Ugaz y Salinas. ¿Cuál es el precio que pagaríamos por develar y detener los abusos sexuales, físicos y psicológicos que se perpetraban en el Sodalicio de Vida Cristiana? ¿Cuántas personas salieron a denunciar similares violaciones motivadas por el aplomo demostrado por los testimonios de las víctimas? ¿Cuántos niños se han salvado gracias a estos destapes periodísticos?La sociedad peruana, sin embargo, no reembolsa, sino que ?da vuelto?. Ugaz es objeto de una nueva querella, esta vez, interpuesta por un sujeto cuya mención ni siquiera amerita el esfuerzo de apretar dos teclas para iniciar su nombre con mayúscula. Irónicamente, Ugaz está en el banquillo de los acusados por haber dicho que en el portal electrónico ?la abeja? (insisto en evitar la fatiga) la han difamado y la han llamado ?fea, bruta y tonta?. Para ser justos, esas palabras exactas no provienen de ese sitio web, sino de los zumbidos de muchos de sus seguidores. En realidad, en esa página le han tildado de cosas peores, de corrupta y lavadora de activos para abajo, sin mayor fundamento que el de la aparente ojeriza.¿Cuántas afrentas debe aguantar...

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