Olas que crearon al Perú

Por Richard Webb (*)

Está de moda el orgullo de ser emprendedor. Empresarios pequeños, empresarios grandes, todos son motivo de admiración. La cultura del emprendimiento no existía hace veinte años, pero hoy está en todos lados, en los suplementos de los periódicos, los programas de televisión que entrevistan y celebran a empresarios, concursos que premian la creatividad empresarial, listas y ránkings de las empresas ?top? y la ola de jóvenes que se matriculan en cursos de administración, contabilidad, márketing y otros conocimientos empresariales, además de las personas mayores que sacrifican sus noches y fines de semana para adquirir un diploma más en las artes de la gestión.¿Cómo explicar este giro cultural? En gran parte, creo, debemos atribuirlo a los inmigrantes.

En una alta proporción, el empresario peruano es un inmigrante. En los siglos XVIII y XIX, los peruanos eran apenas uno o dos millones de habitantes, y casi todos residían en el campo.

En el Callao, Paita, Mollendo desembarcaron un sorpresivo número de inmigrantes europeos, a los que más tarde se sumaron japoneses que vinieron voluntariamente y chinos escapados de su esclavitud en las haciendas.

A diferencia de los limeños establecidos, que mayormente eran rentistas, burócratas, religiosos o sirvientes, los inmigrantes tenían la necesidad de trabajar, y de hacerlo a base de su ingenio, energía, sacrificio, disciplina y disposición para arriesgarse.

Uno de ellos fue el joven Pedro D?Onofrio, quien llegó con su ?inversión extranjera? consistente en una carretita para vender helados. A diferencia también de los campesinos de Europa que...

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