Los ojos del parque

Son los vigías frente a los invasores, promotores del buen manejo de los recursos y del cuidado del medioambiente y ayudan a investigadores y turistas. Los ojos del Sernanp en las áreas son los guardaparques.

Avanzas en un bote con el motor fuera de borda que se balancea y sabes que tu vida corre peligro. Que ganarás enemigos gratuitos, porque consideras que es indispensable no contaminar quebradas, ríos, porque genera un gran impacto ambiental. Que el bosque se respeta.

Para tomar ese riesgo, debes de tener conciencia que es indispensable conservar las áreas naturales protegidas (ANP). Por el país. Por el planeta. Es lo que tienen interiorizado los guardaparques cuando, salen de patrullaje junto a soldados de la Marina de Guerra en la Reserva Nacional de Tambopata. Y los guardabosques levantarán actas sobre los campamentos o maquinaria de mineros ilegales que hallen.

“Nuestra vida es la conservación”, resume Iván Villafuerte. Lleva 18 de sus 43 años en este oficio apasionado. Explica: “Ser guardaparques es una vocación. Aquí no hay nada de conveniencias; si no lo amas, no te gustará”.

Héroes verdes

Hay casos de estos celadores fallecidos en acción. Hoy, el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) tiene 717 guardaparques oficiales.

Del 100%, 656 son hombres y 61 mujeres; 106 trabajan en las ANP de la costa, 139 en la sierra y la mayoría (472), en la Amazonía.

Gracias a la labor de los guardaparques del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) se ha liberado 97% de la Reserva Nacional de Tambopata. Es decir, 736 de las 759 hectáreas afectadas por minería ilegal al interior de esta área. Solo en el transcurso del año se han realizado 47 operativos al interior de esta área protegida de la región Madre de Dios.

En los nueve puestos de control de Tambopata trabajan 34 guardaparques de Sernanp. Su rutina es de 22 días de trabajo y 8 de descanso.

“Te debe de gustar porque no es un trabajo fácil. Vives alejado de la familia durante 22 días; y no siempre puedes estar pendiente con las noticias de casa. Las familias comprenden esta labor”.

Otros guardabosques necesitan hasta dos días para llegar a su puesto; y de acuerdo a la estación del año les será más difícil avanzar por el río.

Villafuerte tuvo suerte: se casó con una guía de turismo. “A ambos nos gusta la conservación y ella comprende el valor de mi trabajo”, dice. Sus hijos lo comprenden. El menor de los seis también siente “el llamado de los bosques”.

Turismo...

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